Los huesos humanos, mejor que el «bluetooth» para transmitir datos
Los huesos oyen. Y hablan. Pueden transmitir la información más fielmente y con menos interferencias que un teléfono móvil o un dispositivo con tecnología «bluetooth». Pueden ser usados para controlar

Los huesos oyen. Y hablan. Pueden transmitir la información más fielmente y con menos interferencias que un teléfono móvil o un dispositivo con tecnología «bluetooth». Pueden ser usados para controlar implantes médicos dentro del mismo cuerpo, y a su vez para mandar órdenes a ingenios electrónicos situados fuera del mismo.
El esqueleto es una antena formidable, y puede mandar su señal a otra antena formidable con un mero apretón de manos. Eso acaban de demostrar los investigadores Michael Liebschner y Li Zhong, de la Universidad de Rice en Houston, Texas.
Todo empezó como una búsqueda -financiada por las compañías Microsoft y Texas Instruments- de nuevas fórmulas para ayudar a personas discapacitadas a controlar, por ejemplo, un ordenador. Hasta el momento se había intentado recurrir a lo más obvio, las señales de radio sin hilos. Pero estaban demasiado expuestas a interferencias y además podían dañar la salud de los pacientes. Entonces, a Liebschner y Zhong se les ocurrió probar con ondas de sonido. Que han demostrado que se puden transmitir a través de la osamenta humana con una fidelidad muy, muy alta. Y con un grado de distorsión de la señal que es, para colmo, sorprendentemente bajo.
Audífonos con esta tecnología
Que los huesos «resuenan» admirablemente se sabía desde hace tiempo. Por eso funcionan los audífonos, que mandan el sonido al nervio auditivo a través del cráneo. En Japón ya se fabrican auriculares basados en este mismo principio, que por cierto funcionan mejor que otros en un ambiente ruidoso. Pero hasta hace muy poco a nadie se le había ocurrido probar a mandar una señal no analógica, sino digital, con cierta ambición de distancia: por ejemplo, a un auricular desde un sensor colocado en la muñeca.
Muy baja distorsión
El equipo de Liebschner y Zhong probó a transmitir un flujo de pulsos binarios, aplicado en distintas partes del cuerpo. Al medir su recepción, se comprobó que incluso la señal más débil era percibida con nitidez a través de huesos y articulaciones.
En declaraciones a ABC, el doctor Liebschner, una autoridad en «mecánica» ósea, explicó que la nitidez con que la señal «viaja» a través de los huesos está limitada por el paso por la piel y el tejido muscular. Es por eso por lo que, si imaginamos un esqueleto humano, cualquiera, como un gran circuito transmisor, el circuito de cada uno de nosotros sería como un laberinto muy personal. No se podría entrar ni salir de él por cualquier parte. Habría que «aprovechar» las partes cubiertas por menos capas de piel y de músculo (por ejemplo las muñecas, los tobillos, el cráneo o las rodillas). Tampoco serían lo mismo los huesos de un niño que de un adulto, de una mujer que de un hombre, de un individuo de raza africana que de raza caucasiana.
Encriptar la información
Todos los huesos son válidos para transmitir -incluso los de los muertos, aunque Liebschner y Zhong no lo han probado aún, y no parecen tener prisa en hacerlo- pero no todos transmiten igual. Eso no sólo no es ninguna limitación sino que constituye una de las mayores ventajas, según Liebschner: permite encriptar la información sin ninguna posibilidad de que la desencripte nadie a quién nosotros no permitamos contacto físico con nuestras antenas óseas «clave».
En deliberadas condiciones ideales, la información se podría transmitir de una persona a otra mediante un simple apretón de manos, igual que se podría encender un ordenador simplemente haciendo chasquear la lengua. Pero en general estaría a buen recaudo dentro del cuerpo, a salvo de toda interferencia y piratería.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete