Síntomas en Navarra
LA creación del Instituto Navarro del Vascuence es una decisión del Gobierno Foral de Navarra que bien podría tomarse como síntoma del cambio de actitud producido tras el accidentado proceso de
LA creación del Instituto Navarro del Vascuence es una decisión del Gobierno Foral de Navarra que bien podría tomarse como síntoma del cambio de actitud producido tras el accidentado proceso de investidura de Miguel Sanz. Durante años, el nacionalismo panvasquista de Aralar y PNV atacó duramente a Unión del Pueblo Navarro por su política lingüística, basada fundamentalmente en la aplicación del bilingüismo únicamente en las zonas vascófonas de Navarra. Obviamente, los nacionalistas reclamaban una inmersión general de la comunidad en la enseñanza del vascuence -como proponía Nafarroa Bai en el programa electoral que presentó para las elecciones autonómicas de 2007-, aunque la política seguida por UPN en esta materia no ha sido precisamente cicatera. Tanto es así que no faltan autocríticas en el foralismo navarro que señalan una excesiva euskaldunización del sistema escolar como uno de los factores del crecimiento nacionalista. Tenía motivos UPN para aplicar una política equilibrada con el bilingüismo, porque es uno de los caballos de Troya de los nacionalistas para ampliar su activismo, sobre todo entre los jóvenes. Buena prueba de esta utilidad expansionista que el nacionalismo asigna a la extensión de la enseñanza del vascuence fue la reciente propuesta que le hizo el Gobierno vasco al navarro de crear un órgano conjunto para la promoción de esta lengua.
Pese a que el Gobierno de UPN rechazó la oferta del Ejecutivo de Ibarretxe, ha dado su propio paso al crear un organismo, el Instituto Navarro del Vascuence, que se propone «promocionar, desarrollar y recuperar el euskera». Incluso el departamento de Educación del Gobierno foral navarro ha utilizado el término «normalización», para describir el objetivo de este organismo, importando un lenguaje habitual en los nacionalismos para justificar sus políticas lingüísticas y aplicarlas allí donde no hay nada que recuperar ni normalizar. Es evidente que esta iniciativa institucional implica un cambio de actitud política del Gobierno de UPN hacia el vascuence, aunque el alcance de ese cambio dependerá de si conlleva o no la extensión de esta lengua a las áreas castellanohablantes. En todo caso es una iniciativa que se enmarca en un contexto de extremas cautelas por parte de UPN para no romper la aparente calma que existe en sus relaciones con el Partido Socialista de Navarra. El síntoma es muy nítido y reclama atención porque sería un grave error que UPN se creyera obligado a trufar su acción de gobierno con contenidos extraños a una política foralista y actuara, en definitiva, como si se hallara en deuda permanente con los socialistas por no haber pactado con los nacionalistas de Nafarroa Bai. Si así fuera, tendría que haberse planteado con mayor rigor la celebración de unas nuevas elecciones, porque llegar al poder no es un fin en sí mismo. Lo importante es hacerlo para aplicar un programa propio y no el de la oposición.
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