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Así ha evolucionado la depilación íntima femenina década a década

En la actualidad regresa el vello pero jugando con las formas y los colores

Así ha evolucionado la depilación íntima femenina década a década abc

teresa de la cierva

El rasurar se va a acabar. La moda del pubis despejado está aflojando , más por una cuestión de salud que de ganas de repoblarlo. Estamos ante la vuelta del jardín florido –aunque bien podado- y liderando esta particular batalla se han posicionado los ginecólogos, recordando que el vello está ahí porque tiene una misión: protegernos de infecciones y enfermedades de transmisión sexual. Pero tampoco se trata de volver al matorral salvaje de hace medio siglo. Desde los «sixties» hasta hoy, el pubis ha ido descendiendo, estrechándose, y reduciéndose, hasta desaparecer por completo. Y ahora, como todo proceso de evolución, toca meter la marcha atrás.

Si hacemos un repaso de la «historia», vemos que en los años 60 se llevaba lo frondoso y natural (¡ni las piernas pasaban por la poda!); en los años 70 la línea del vello púbico empezaba un poco más abajo del ombligo; los 80 se caracterizaron por el inicio de una depilación ordenada (eliminando el vello que sobresalía de la ropa interior), y en el 90 ya apostaban las mujeres por las ingles depuradas (dejando libre el monte de Venus). El nuevo milenio trajo los recortes (tirar de tijera para reducir el largo del pelo), le siguió el «Martini» o «Margarita» (un pequeño triángulo, como la forma de las copas en que se sirven estos cocteles), derivó en la depilación brasileña (una línea sobre el clítoris), y ha evolucionado hasta llegar a la depilación integral que tanto gusta a los jóvenes. Muchas personas culpan al porno de que hayamos llegado tan lejos, pero no hay más que mirar hacia atrás para descubrir que todo vuelve , como todo va. Y las mujeres (y los hombres) del antiguo Egipto se rasuraban ya la zona íntima, como lo hacían los griegos y romanos, porque evocaba juventud e inocencia.

La reivindicación actual de no remover el pelo la inició hace un año la firma American Apparel, que exhibió en sus escaparates neoyorkinos maniquíes en ropa interior, bajo la cual asomaba una generosa mata de pelo. Enseguida algunas celebrities se declararon partidarias de un pubis frondoso «estilo años 70», como es el caso de Gwyneth Paltrow. O el de Cameron Díaz, que en su libro The Body Book, apostó por no depilarse «porque el vello púbico tiene un propósito y quitárselo es como decir que uno no necesita su nariz».

El vello: un escudo

En esta particular batalla contra la depilación se posicionan también muchas feministas y las seguidoras de corrientes eco. Y en el mismo bando están los ginecólogos recordando que el pelo está para protegernos. Ramón Grimalt, Profesor de Dermatología Universitat Internacional de Barcelona y miembro de la AEDV, defiende la necesidad de mantener el vello íntimo por su papel de escudo. El de la cabeza está para evitar golpes y las quemaduras solares, el de las cejas y las pestañas para desviar las motas en los ojos y el púbico para mantener a raya heridas e infecciones. «El rasurado total supone un problema, entre otras cosas, porque cuando se realiza el mismo día o el anterior a una relación sexual, la piel aún esta irritada y esto favorece la transmisión de virus o gérmenes. Y si el pelo ha sido afeitado dos o tres días antes, éste actúa como una mini cuchilla y las «lesiones» que provoca permiten a los microorganismos penetrar y crear una infección. Si los dos miembros de la pareja tienen depilación integral, cualquier enfermedad de uno pasará al otro, por lo que es necesario que alguno de ellos mantenga el pelo en la zona central del pubis para evitar el roce directo de piel contra piel».

Concluimos con esto, que hay que dejar un «velo» protector, pero eso no impide que se pueda jugar con la creatividad. La forma y el color se están colado en nuestras partes más intimas. Algunas mujeres le dan forma cuadrada, otras de estrella, las más osadas se recortan la inicial de su pareja, y las románticas, se inclinan por dibujarse un corazón. Incluso las hay que se decoran la zona con cristales de Swarovsky para alardear de tener un tesoro entre las piernas.

¿La última locura? Teñirse el vello de colores. La idea surgió del salón de una estilista americana, Roxie Hunt, que colgó en instagram la imagen de una clienta con el pelo de su axila (aunque puntualizó que no era el único) del mismo azul que el de su pelo. Y la red hizo el resto. En España la versión más solicitada es igualarlo al tono que se lleve en la cabeza, pero las «fashionistas» de la cosa se aventuran con el verde, amarillo, rosa... Detrás de esta tendencia está la firma Betty Beauty, y cara al verano, lanza una versión estival en azul «Malibú», que incluye plantillas con forma de delfín o palmera. Para gustos, los colores.

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