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Obras maestras sufrieron daños severos en la primera Luz de las Imágenes

ABC muestra las fotografías que evidencian cómo el descuido y la negligencia provocaron daños en algunos casos irreparables

Día 04/11/2012 - 20.13h

ABC muestra las fotografías que evidencian cómo el descuido y la negligencia provocaron daños en algunos casos irreparables

Día 04/11/2012 - 20.13h

Tablas góticas amontonadas sin protección alguna, lienzos pisados indiscriminadamente, tallas tardobarrocas decapitadas, esculturas policromadas utilizadas como perchero, pilastras de un magnífico órgano renacentista convertidas en pasarela improvisada para el paso de operarios. ABC ha tenido acceso a un gran número de fotografías que evidencian los daños sufridos en 1999 en algunas de las principales piezas del patrimonio artístico valenciano que se custodia en el Museo de la Catedral de Valencia. La «dejadez» y la «falta de supervisión» estarían detrás de esta cadena de negligencias, cuyas consecuencias fueron en algunos casos irreparables. Los hechos nunca se sacaron a la luz pública.

Así lo denuncia María Gómez, responsable del patrimonio mueble de la Seo desde 1996. Tras guardar silencio durante doce años por «razones personales», esta restauradora y profesora de la Universitat de València ha ofrecido el relato «espantoso» de cómo resultaron dañadas decenas de pinturas y esculturas durante la organización de la exposición de La Luz de las Imágenes en la Catedral, titulada «Sublime».

Corría el año 1999, y Carmen Pérez ocupaba la Dirección General de Patrimonio Histórico-Artístico de la Generalitat Valenciana. Jaime Sancho era ya entonces el director del Museo Catedralicio Diocesano. A ellos dos apunta Gómez como los responsables últimos de los destrozos, «puesto que su deber era supervisar el trabajo de los restauradores y velar por la protección de las obras durante el proceso».

La conservadora apoya su relato en numerosas fotografías, tomadas por ella misma veinte días antes de la inauguración de la exposición. Durante una desagradable «visita sorpresa», descubrió cómo restauradores y operarios trabajaban a contrarreloj, en algunos casos juntos en la misma sala. Unos tenían como cometido recuperar las piezas destinadas a exhibirse; los otros trabajaban en la instalación del sistema de aire acondicionado y la nueva iluminación del interior de la Catedral. Gómez asegura haber visto cómo se restauraba una tabla de Goya en medio de la nube de polvo que desprendía un obrero al picar las paredes de la capilla del Santo Cáliz.

Taller improvisado

Según este testimonio, «los operarios utilizaron las salas del Museo Catedralicio como taller improvisado y, sin ser conscientes del valor de las obras que tenían ante ellos, descolgaron y amontonaron lienzos y esculturas sin ningún tipo de protección ni cuidado en la manipulación de las piezas, que se encontraban esparcidas entre mochilas y herramientas de trabajo». Entre las piezas afectadas de mayor valor se encuentra «La incredulidad de Santo Tomás», una de las pocas obras de Marzal de Sax que existen en el mundo. Cayó al suelo y sufrió pérdidas irreparables de pintura. También quedaron afectados dos frescos de Paolo de San Leocadio de gran valor histórico, puesto que fueron la «carta de presentación» del pintor italiano ante el Cabildo, que finalmente le encargó la realización de los conocidos frescos renacentistas de la bóveda del Altar Mayor.

En su visita al templo, Gómez descubrió con horror cómo decenas de lienzos barrocos -enrollados desde la época de la Guerra Civil a la espera de ser restaurados- eran pisoteados por los trabajadores, que pensaban que no eran más que telas viejas. También utilizaron las pilastras del órgano de la Catedral -talladas por Hernando Yáñez de la Almedina y Hernando de los Llanos, discípulos de Da Vinci- como pasarela para sortear un hueco en el suelo. Algunas se quebraron al pasar por encima repetidamente.

La denuncia de María Gómez se formalizará en los próximos días con la entrega al cabildo de un informe en el que describe los despropósitos de los que fue testigo, con el fin de que no vuelvan a repetirse nunca más. «Me he demorado tanto tiempo por respeto al cargo de las personas mencionadas, sin embargo, a lo largo de todos estos años no he logrado acallar mi responsabilidad etica, moral y profesional», explica.

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