deportes en celuloide (X)
«Invictus»: Nelson Mandela en uniforme de rugby
Clint Eastwood narra la fijación del ex presidente por este deporte, con el que forjó una identidad nacional en un país al borde de la guerra civil

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“No hemos ganado por las 62.000 personas que están en el estadio, hemos ganado por 43 millones de sudafricanos”, dijo Francois Pienaar , capitán de la selección de Sudáfrica de rugby, en plena euforia tras haber ganado en casa, contra todo pronóstico, la final de la Copa del Mundo de 1995 . Estas declaraciones, seguidas de un apretón de manos con el presidente Nelson Mandela , pusieron la guinda a una de las grandes gestas de la historia del deporte. Un equivalente a la Eurocopa 2008 que conquistó la selección española, solo que buena parte de los sudafricanos la deseaban mucho menos pero la necesitaban mucho más.
Antes de que arrancara la producción de la “Invictus”, Morgan Freeman visitó en Sudáfrica a Nelson Mandela. Le contó que había una historia en particular de su biografía que estaban interesados en contar. Sin dejarle especificar, el expresidente le interrumpió: “Ya, la de la Copa del Mundo”. Era consciente de lo que tenía de especial.
Porque Mandela peleó a contracorriente para que el país recién salido del “Apartheid” que heredaba se volcase en animar a los “Springboks” , el equipo nacional de rugby y uno de los mayores símbolos del régimen supremacista, lo que le granjeaba el odio de la población negra. No solo eso: quería que ganaran la Copa del Mundo y a ello dedicó buena parte de sus desvelos.
No dudó en calzarse él mismo una gorra y una camiseta con el verde característico del equipo, en una de las imágenes más icónicas que ha dejado para la historia. Fue el primero en entender que se jugaba algo mucho más grande que el rugby . Era consciente del valor que tienen los deportes para forjar una identidad nacional, incluso en un polvorín al borde una guerra civil a múltiples bandas como era la Sudáfrica de los noventa.
Freeman, doble perfecto de Mandela
En “Invictus”, Clint Eastwood escarbó en esa obsesión del carismático líder africano. Aunque el proyecto respondía más al interés de Morgan Freeman, que firmó una intepretación milimétrica de su amigo Mandela. Freeman se obsesionó, además de por calcarle los gestos y el acento, por hacer que la pantalla transmitiese lo que él llamaba la “magia” del expresidente . Lo consiguió.
Matt Damon interpretó a Francois Pienaar, el capitán del equipo sudafricano y el primer jugador que supo comprender las ideas de Mandela. De hecho, Damon y Pienaar se conocieron personalmente... y pudieron comprobar que el personaje real le sacaba más de una cabeza al actor, algo que Eastwood se las ingenió para disimular con trucos de cámara. Damon también tuvo un entrenador de lujo: Chester Williams (que aparece representado en la película), el único jugador negro de aquella selección de 1995 y por tanto el favorito de media Sudáfrica.
“Invictus” contagia esa pasión desbordada que el deporte canaliza mejor que cualquier mitin. El milagro que logró Mandela queda perfectamente retratado en las imágenes de blancos y negros abrazándose por las calles con la nueva bandera nacional después del triunfo en la final contra la Nueva Zelanda del mítico Jonah Lomu, la primera estrella mundial que dio el rugby.
La historia, por sí sola, ya garantizaba buenas dosis de emoción. Y por si fuera poco, Eastwood le añadió una pequeña licencia poética. En la película, Mandela le entrega a Pienaar antes de la final una copia de “Invictus”, el poema de W. E. Henley que da nombre a la película. En realidad, lo que Mandela le dio fue un discurso de Theodore Roosevelt.
Aunque sí es cierto que “Invictus” es el poema favorito de Mandela y que lo leía a diario en la cárcel. El poeta inglés, discapacitado físico desde que sufrió la amputación de una pierna, lo escribió como una canto a la vitaldiad por encima de las adversidades. Sus versos eran demasiado irresistibles como para no darles un protagonismo mayor en el filme: “I thank whatever gods may be; For my unconquerable soul; (...) I am the master of my fate; I am the captain of my soul ”.
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