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Comida de negocios: cómo no hacer el ridículo

El principal propósito del almuerzo es hacer negocios, por lo que es primordial buscar un sitio con un ambiente relajado, que no esté ni demasiado lleno, ni demasiado vacío

Comida de negocios: cómo no hacer el ridículo ABC

ANA LUISA ISLAS

Hay cosas que no se aprenden en el instituto, en casa ni en la universidad. Y es que las clases de protocolo están reservadas para grandes empresarios, políticos y gente de la nobleza. Ante la falta de asesoría en el tema, los ciudadanos de a pie suelen cometer errores que a ninguna princesa, político o figura pública se le perdonarían. Algunas faltas dan lugar a divertidas anécdotas, pero cuando algún resbalón puede poner en riesgo un trabajo o negocio, sin duda, pierde toda la gracia. Estos son algunos consejos básicos para no meter la pata en una comida de negocios.

El principal propósito del almuezo es hacer negocios, por lo que es primordial buscar un sitio con un ambiente relajado, que no esté ni demasiado lleno, ni demasiado vacío. En un sitio poco concurrido, la gente se inhibe y lo que se busca es que la conversación se pueda desarrollar de forma cómoda. Los restaurantes de hotel son una buena elección, pues no suelen estar abarrotados y están acostumbrados a lidiar con este tipo de comidas. En la Terraza del Claris, en el Hotel Claris de Barcelona, por ejemplo, cuentan con un menú diseñado especialmente por su chef Daniel Padró para estas ocasiones (ligero, rápido y que cambia cada temporada).

El restaurante de moda de la ciudad quizás no es la mejor elección pues estará lleno. Se recomienda llamar con antelación al local para ponerlos al tanto de lo que se necesitará durante la comida (una mesa en particular, un menú vegetariano, privacidad, servicio rápido...). Montse Guals, directora de la asesoría de imagen «Qué me pongo», explica que usualmente los buenos anfitriones invitan a las personas con las que quieren hacer negocio a un sitio que ya conocen y donde les conocen.

Etiqueta en la mesa

A la hora de sentarse, Guals recomienda apagar o silenciar el móvil y guardarlo, pues dejarlo sobre la mesa puede hacer sentir al interlocutor que su conversación no es lo suficientemente importante. En caso de esperar una llamada de vida o muerte, la experta dice que lo mejor es avisar al resto de los comensales para que estén al tanto de que habrá una interrupción y de qué se trata. También sugiere a las mujeres no posar el bolso en el suelo, sino colgarlo en el respaldo de la silla o dejarlo en el guardarropía. Levantarse a fumar o al baño durante la comida está muy mal visto, sobre todo si alguien se quedará solo en la mesa esperando al resto. Quitarse la americana también está penado por las reglas de etiqueta.

En la mesa, será el anfitrión el que marque la pauta. Lo mejor es pedirle sugerencias al que convocó sobre qué pedir —seguro conoce bien el restaurante que ha elegido y sabe qué es bueno ahí—. Además, de esta forma, él marcará la pauta de cuántos platos pedir y de qué rango de precios. Si el anfitrión no pide alcohol, el invitado tampoco debe hacerlo; aunque si el anfitrión sabe que a su huésped le gusta beber una copa después de comer o almorzar con vino, deberá pedir alcohol y mojarse los labios discretamente, por cortesía.

Será también el que ha convocado el almuerzo quien marque la pauta de cuándo comenzar a comer, aunque solo en el primer plato; ya en el segundo es correcto iniciar a comer en cuanto todos tienen la comida en la mesa. «Un buen anfitrión ofrece detalles», explica la experta en imagen. Es decir, toma nota de lo que le gusta a su invitado y lo deslumbra con algo en particular, por ejemplo, su vino favorito, algún postre o licor que sepa es de su agrado, etc.

Cuándo ir al grano

Aunque a una comida de negocios se la llame así, en realidad los expertos recomiendan no hablar de negocios hasta el postre. Antes, sugieren tocar temas como los inicios de la empresa, el papel que se tiene en ella, hablar de la familia, aunque sin dar muchos detalles. Una vez servido el postre, entonces se puede entrar en materia y sacar alguna libreta para tomar apuntes. Si el anfitrión pide una copa, lo correcto es acompañarlo. Será él quien marque el fin de la reunión.

A la hora de pagar, hay que ser discretos. Lo mejor, dice Guals, es convenir previamente con el camarero o el restaurante, ya sea para hacerlo después o para hacerlo al salir, sin que se lleve nunca la cuenta a la mesa. Pagar con efectivo está muy mal visto.

En reuniones multiculturales lo mejor es investigar las costumbres de nuestro interlocutor. Aunque en España lo correcto es posar ambas manos sobre la mesa en todo momento, los árabes y los ingleses suelen dejar la mano izquierda sobre las piernas y la derecha a la vista.

Así como cambian los usos en cada país, cambian en cada ciudad. En Madrid, por ejemplo, se usan más las cenas que las comidas de negocios. En Barcelona, sin embargo, las comidas son más usuales y cada vez más se incorporan también los desayunos, al estilo de Los Ángeles, la Ciudad de México y Nueva York.

Que en el instituto no den clases de protocolo no es excusa para no saber comportarse correctamente. Mejor tener una buena anécdota sobre un pacto realizado gracias a un almuerzo que sobre un trato no cerrado por culpa de una caótica comida.

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