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Fue en una sesión de tarde del cine Avenida de Madrid. La duquesa de Alba se disponía a ver una película en compañía de su amiga María Dolores, la anticuaria, con la que previamente había salido a comer. Fiel a sus costumbres, Cayetana Fitz-James avisó a su mecánico para que las llevaran al centro de Madrid, a fin de cuentas, donde tiene su palacio de Liria. Y lo que no imaginaba ese día otoñal de 2008 es que un encuentro, se supone que fortuito, iba a cambiarle la vida radicalmente. Justo en el momento de entrar al «hall», la duquesa se encontró con un viejo amigo, Alfonso Díez Carabantes, hermano de Pedro Díez quien años atrás fue tan amigo de su difunto Jesús Aguirre.
De sus años de casada con Aguirre, Cayetana había estrechado lazos con los hermanos Díez, a los que solía visitar en la tienda de antigüedades que tenían en pleno barrio de Chamberí. Aguirre los quería mucho y contagió ese cariño a Cayetana, quien mantuvo contacto con ellos durante todos esos años a través de las felicitaciones navideñas o de aniversarios que la mandaban. Por eso, el encuentro fue tan cariñoso que no dudaron en intercambiarse los teléfonos para quedar otro día e ir juntos a esas sesiones de tarde que tanto les gustan.
Durante meses la duquesa y Alfonso se estuvieron viendo en secreto
Sus hijos se oponían al enlace
Con apenas seis meses de relación la duquesa quiso dar el mismo paso que años atrás cuando decidió casarse con Aguirre a los meses de conocerse. Pero, esta vez, no consiguió su propósito. Sus seis hijos se negaron a que ese enlace se hiciera realidad e incluso tocaron todos los palos posibles (desde sus íntimos hasta el Rey) para hacerla desistir. Cuatro años más tarde, con la herencia entregada en vida y a sus 86 primaveras, la duquesa se casa por tercera vez y lo hace convencida de que Alfonso le hará feliz hasta el final de sus días.
Fiel defensora del matrimonio, Cayetana puede presumir de haber tenido tres maridos y ningún divorcio, algo que ninguno de sus hijos puede firmar. Para el funcionario Díez será su primera boda y el comienzo de una nueva vida por la que deja su trabajo, su casa, su estado civil y hasta su estatus social. Ahora será duque de Alba, vivirá en un palacio sevillano, buscará un puesto representativo y dejará de fichar en el Ministerio de Trabajo donde ha pedido una excedencia sin fecha de vuelta.






















