Sectores del PSOE ven en el límite al déficit una traición a sus principios
Si no hay «flexibilidad» en la reforma constitucional, la izquierda va al «suicidio», auguran varios dirigentes«La medida consagra la política económica del PP en la Constitución»
Quien más gráficamente expresa el sentimiento de shock que embarga al PSOE por la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de introducir el déficit cero en la Constitución es el diputado José Antonio Pérez Tapias: el presidente nos ha dejado —decía ayer en su blog— «desnudos como náufragos» y a Alfredo Pérez Rubalcaba aferrado «a un madero astillado», en referencia a la sigla. Como miembros de la corriente Izquierda Socialista que son, Pérez Tapias y Juan Antonio Barrio de Penagos, así como el hombre de UGT en el Grupo Socialista, Manuel de la Rocha, pueden permitirse el desahogo. Siempre han sido «outsiders» de la ortodoxia, igual que el ex secretario general de CC.OO., Antonio Gutiérrez, quien ayer anunció directamente su voto en contra.
Lo que ya no es tan normal es que Rubalcaba escenifique su distanciamiento de una medida que, supuestamente, han impuesto a España Angela Merkel y Nicolás Sarkozy, o que Tomás Gómez se declare «escéptico». «Una cosa es que uno conduzca despacio y otra que se te cale el coche. Nunca se puede supeditar el sostenimiento del estado del bienestar al cumplimiento de un objetivo de déficit público», dejó dicho el líder de los socialistas madrileños. Patxi López, el lendakari, no fue tan allá; se limitó a advertir que el déficit cero no puede ser un «corsé». Igual que el miembro de la Ejecutiva Federal, ex ministro y «zapaterista» de primera hora, Juan Fernando López Aguilar, «perplejo» por lo que ha hecho su amigo.
Todas estas expresiones son síntoma del tremendo malestar que existe en el partido por lo que se considera una acción «peligrosísima» para los intereses del PSOE. No es solo que beneficie a Mariano Rajoy frente Rubalcaba de cara al 20-N, argumentan diversos «barones» y cargos públicos consultados por ABC, «es que directamente consagra la política económica del PP en la Constitución», dijo uno de los consultados.
Ahora, solo les queda confiar en que Elena Salgado defienda en la negociación con el PP la «letra pequeña», factores de «flexibilización» en función del ciclo económico. Si no, «vamos al suicidio político», asegura un diputado. Ella es consciente de la marea de fondo —«no hay que pillarse los dedos», insistió Rubalcaba ayer, por segundo día—. La vicepresidenta trabaja en una propuesta que suponga llevar la actual Ley de Estabilidad Presupuestaria a la Carta Magna; es decir, limitar el déficit cero a épocas de crecimiento económico normal (entre el 2% y el 3% para la economía española), pero con la posibilidad de incurrir en un pequeño déficit si el crecimiento es inferior al 2%. Eso no es el «modelo alemán» que el PP defiende a capa y espada en la negociación: déficit máximo del 0,35% del PIB, salvo catástrofe natural o recesión.
A la dirección socialista, que ha intercambiado con el PP los primeros borradores de la reforma, le preocupa enajenarse el apoyo de la izquierda. Las redes sociales siguen echando humo contra una reforma aprobada sin referéndum. El PSC ya ha advertido que hasta el lunes no decidirá qué harán sus 25 diputados y, sobre todo, sus 11 senadores. Sin contar a los del PP, hay 23 senadores catalanes. A solo tres escaños del 10% necesario para obligar a la convocatoria de una consulta popular.
Borrell: «Sacrificio ritual»
En la misma línea de Llamazares, el que fuera candidato socialista, José Borrell, rechaza «sacrificios rituales» para satisfacer a la canciller alemana y se declara «sorprendido» porque Zapatero y Rubalcaba hayan cambiado de opinión en mes y medio. El ex presidente del Parlamento Europeo afirma que si actualmente fuera diputado socialista en el Congreso «no votaría a favor» porque, como dice Alfonso Guerra, «no se puede votar una medida de esa naturaleza deprisa y corriendo».
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