Suscribete a
ABC Premium

GOLF - Masters de AUGUSTA

De tractorista a chaquetero verde

A los 18 años, Charl decidió abandonar la granja de su padre para hacerse golfista profesional. Ocho temporadas después ha alcanzado la gloria en el mundo del deporte. Todo se lo debe a él

De tractorista a chaquetero verde AFP

MIGUEL ÁNGEL BARBERO

Hay chicos a los que ya desde pequeños se les augura un gran porvenir deportivo. Luego, unos triunfan y otros se quedan en el camino. En el caso de Charl Schwartzel, buena parte del éxito que alcanzó el domingo se lo debe al apoyo incondicional de su familia . Desde que acompañaba a su padre a jugar al golf para ganarse unas monedas haciendo de «caddie» hasta la chaqueta verde del Masters no ha pasado tanto tiempo. Su progenitor y su hermano, que le ha llevado la bolsa en numerosos torneos, siempre le han apoyado en su carrera.

« Mi padre nunca tenía prisa conmigo, no miraba el reloj —comentó emocionado al recibir su preciado trofeo— y me enseñó los fundamentos básicos del juego. Desde la colocación del cuerpo, a la posición de las manos y al «swing». Y eso nunca he dejado que me lo cambiara ningún profesor». No cabe duda de que el señor Schwartzel, granjero de profesión y golfista ocasional, realizó un excelente trabajo. De hecho, su hijo está considerado como el que mejor toque de bola tiene de todo el circuito europeo . Es para estar orgulloso.

Pero no sólo tiene el espejo familiar en el que mirarse. Sudáfrica es cuna de grandes golfistas y de tres de ellos ha sacado grandes enseñanzas. El primero, como no podía ser de otra manera, es Gary Player . El ganador de nueve «majors», lejos de ser inaccesible para los jóvenes, ha trabajado siempre con ellos y les ha tenido bajo su ala en numerosos torneos. La segunda referencia es más cercana, y también tiene «grandes» en su haber: Ernie Els . En la Fundación del espigado rubio encontró su acomodo cuando dio sus primeros pasos en el mundo del golf. Charl era uno de tantos chavales con talento a los que apoyaba «Big Easy», su gran ídolo . De hecho, su admiración por él es tanta que cuando le saludó por primera vez en un torneo del Millón de Dólares en Sun City se quedó paralizado. «No podía reaccionar, no me creía que estuviera hablando con él. Había visto sus gestos miles de veces en cintas de vídeo y tenerlo cara a cara fue impactante». Lo mismo que le sucedió a su mentor en cuanto le vio jugar. Inmediatamente le dio una beca en su organización y en las aulas coincidió con Louis Oosthuizen , su amigo del alma. «Llevamos toda la vida viajando juntos por el mundo y somos como hermanos. De hecho, verle ganar el Open el pasado verano fue una gran inspiración para mí y me abrió los ojos. Si él podía ganar un “grand slam”, ¿por qué no iba a hacerlo yo?».

A los 26 años, y recién casado a primeros de año, se le abre una nueva vida a este sudafricano ejemplar. Reconocido por sus compañeros como un gran tipo, un chico sano que no hace ni dice tonterías , va a seguir incrementando su palmarés a un ritmo implacable. Con siete victorias en ocho años, esta última le ha catapultado al undécimo puesto del ranking mundial y al primero del continental. Y es de esperar que este nuevo estatus no le lleve a abandonar su circuito de siempre, el europeo, para volar al americano. Aquí es donde se ha formado y, en España, donde ha ganado en dos ocasiones . Si no hay cambios, en mayo estará en el Abierto Nacional en El Prat. Con su chaqueta verde.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación