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LA POLÉMICA

«Libia no es Irak», se justifica el presidente español desde París

JUAN PEDRO QUIÑONERO

Tras la Cumbre de París en apoyo del pueblo libio, el presidente Rodríguez Zapatero dio por descontado un amplio apoyo político y parlamentario a la decisión de su gobierno, que él justifica insistiendo en el mandato de Naciones Unidas, y, una y otra vez, en las «diferencias» que existen, desde su óptica, entre la guerra de Libia y la de Irak.

Sin embargo, el anuncio de la participación española se produjo antes de que esté diáfanamente clara la cadena de mando operacional, ya que Washington deja a París y Londres el liderazgo, en la primera fase de la campaña, y la OTAN no tiene por ahora ninguna autoridad en la gestión de la crisis, cuya «coordinación» pudiera evolucionar rápidamente, tras las primeras operaciones ordenadas por Nicolas Sarkozy.

Zapatero anunció que España contribuirá a la creación de una zona de exclusión aérea en Libia, con un avión cisterna y cuatro aviones de combate F-18, y al embargo de armas con una fragata, un submarino y un avión de vigilancia.

Ante la profunda división de los miembros de la UE, el compromiso militar anunciado por Zapatero parece relativamente alto.

El avión cisterna y los cuatro aparatos de combate F-18 requerirán la participación inmediata de medio centenar de hombres. Aunque su participación en la campaña pudiera aplazarse varios días, en algunos casos. Varios de los aviones deberían desplazarse desde España a una base italiana, desde donde podrían entrar en acción contra objetivos libios.

Las unidades navales españolas tardarán varios días en estar operativas frente a las costas libias. La fragata F-104 Méndez Núñez se encontraba ayer en Ferrol, mientras que el submarino S-74 Tramontana debía partir rápidamente desde Cartagena.

Las tareas que pudieran desempeñar las unidades navales españolas todavía están por discutir y negociar entre los aliados, el gobierno español y el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad), general del Aire José Julio Rodríguez, que acompañó al presidente Zapatero en la Cumbre de París, donde ambos asumieron las primeras decisiones colectivas.

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