La maldición de los Madoff
Eran los felices 80. La familia amasaba su fortuna y llegó a la cumbre. Todo se hundió en 2008 al destaparse la estafa. Hace unos días se suicidó el hijo mayor

Su suegro se lo encontró colgando de una correa de color negro, del tipo utilizado para pasear perros, en mitad del salón de su lujoso apartamento en el SoHo de Nueva York. El suicidio de Mark Madoff, justo en el segundo aniversario de la mayor estafa en la historia de Wall Street, ha servido para recordar el sufrimiento, el drama y las devastadoras consecuencias del mega-fraude valorado en 65.000 millones de dólares. Para todos los afectados, nada ha vuelto a ser igual desde que un apurado Bernard Madoff explicó a sus dos hijos el 10 de diciembre del 2008 que todo el dinero y el éxito acumulados por la familia estaban basados en una colosal mentira. Tras consultar con un abogado, los hijos denunciaron a su padre. Y desde entonces, la pesadilla financiera se ha convertido en una especie de maldición.
El preso número 61727-054 se ha visto implicado en algún altercado carcelario y ha requerido tratamiento médico por problemas de hipertensión. Pero el abogado de Bernard Madoff, patriarca del clan, ha indicado que su cliente «dadas sus circunstancias, se encuentra OK». La muerte de su hijo Mark le fue comunicada supuestamente por el capellán de la prisión. Pero Bernard no ha intentado solicitar un permiso para asistir al funeral de su hijo, supuestamente por razones de «respeto a su familia». Sin embargo, sus posibilidades eran nulas, ya que las regulaciones carcelarias solo contemplan la posibilidad de salidas supervisadas para presos a los que tan solo les queden dos años o menos de condena, con la particularidad de tener que hacer frente a los gastos de seguridad a cargo de marshalls» federales.
Una situación muy distinta a la de su esposa, Ruth Madoff, que finalmente pudo llegar a un acuerdo con los fiscales federales. Y se le permitió quedarse con 2,5 millones de dólares en metálico a cambio de abandonar cualquier intención de reclamar la parte del patrimonio familiar a su nombre, con un valor estimado en 80 millones de dólares. No obstante, desde el año pasado se le reclaman 44 millones de dólares en concepto de ganancias ilícitas. Pero Ruth no era la única de la familia a la que Madoff había colocado en la nómina de su compañía de inversiones, con el beneficio de millonarias bonificaciones. La práctica de nepotismo empezó con su hermano Peter. Como dolorosa prueba de su inocencia, los abogados del hermano del estafador recuerdan que la esposa de Peter Madoff invirtió y perdió millones de dólares.
Apellido proscrito
El lado más trágico de esta historia lo protagoniza Mark Madoff. Antes de aparecer colgando de una tubería de su exclusivo «loft», el hijo mayor de Bernard Madoff había sufrido la más dolorosa humillación. En febrero, la segunda esposa del fallecido inició los trámites necesarios para desprenderse del apellido Madoff y cambiar también el nombre de sus hijos. La mujer, Stephanie Morgan, justificó su petición por las graves amenazas recibidas. Entre sus dos matrimonios, Mark Madoff tenía un total de cuatro hijos y le había perturbado especialmente que Irving Picard les hubiera incluido dentro de sus acciones legales de reclamo. Con todo, su triste muerte a los 46 años no supone el final de las querellas entabladas para recuperar los fondos disputados, ya que la responsabilidad pasa a los herederos de Mark.
El otro hijo, Andrew, de 44 años, argumenta que nunca llegó a conocer el fraude de su padre durante las casi dos décadas que trabajó con él, porque el patriarca les decía que las operaciones relacionadas con su ficticio negocio de inversiones se hacían en el extranjero y no a través del departamento de «trading» que encabezaban los dos hermanos. Aun así, se halla sometido a investigación, sin que se descarte algún tipo de acusación criminal, quizá por cargos de evasión de impuestos según ha apuntado el «Wall Street Journal».
Pero por muchas desgracias que recaigan en esta familia, las auténticas víctimas son los estafados. Hasta ahora, el equipo de Irving Picard solo había conseguido recuperar 2.500 millones de dólares para ellos. Y el viernes, los herederos de Jeffry Picower, el mayor beneficiario de la trama, llegaron el viernes a un acuerdo para abonar a los afectados 7.200 millones de dólares más para los afectados. Algunos como Harry Pech, que perdió todos sus ahorros con Madoff, hablan de lo ocurrido hace dos años como «el día en que terminó mi vida». Tampoco faltan especuladores que ofrecen dinero en mano para comprar a los estafados sus derechos de reclamación. Pero por supuesto, el negocio es el negocio. Y esas ofertas particulares contienen un enorme porcentaje de descuento de hasta veinte centavos por dólar esfumado.
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