VELA— Circuito Audi MedCup Trofeo CAM
La Armada puso el espectáculo
Un submarino con base en Cartagena apareció por el campo de regatas en plena calma de viento
Amaneció el día con más de 25 grados de temperatura y con un aspecto de calma chicha de los que se muestran en alguna película de Hitchcock. La gran bandera de España que preside la dársena de Cartagena se encontraba a media asta en respeto a los dos Guardias Civiles asesinados en Afganistán. Ya se intuia la tristeza del día, aunque estos «guiris» no se enteren de casi nada.
Temprano, sobre las nueve de la mañana, se llenaba de regatistas el maravilloso village que ha montado la MedCup a lo largo del Puerto de Cartagena. Son 8.000 metros cuadrados en los que se han habilitado espacios de ocio para todo el que quiera utilizarlos y una pantalla gigante desde donde se puede ver la regata en directo. Es el mejor village del Circuito, sin ninguna duda. Los «gurus» de la meteorología coincidían en que el día iba a estar muy inestable, pero ninguno de ellos se mojaba. A las once de la mañana subió la temperatura y se izó la bandera de aplazamiento en tierra. El Comité daba un respiro a la flota.
Los regatistas locales, que revolotean por los pantalanes en busca de una gorra o una camiseta, coincidían en que no iba a haber viento ni para apagar una cerilla. «Hoy no va a ser un día bueno para Cartagena. El viento no va a saltar hasta las seis de la tarde», comentaba uno de los monitores de la Escuela de Vela del Real Club Náutico de la ciudad.
Cerca de las dos de la tarde, María Torrijo mandó a la flota al agua. Había que intentar, al menos dar una salida. Para ello navegó con su catamarán del Comité de Regatas rumbo a Cabo Tiñoso, con la lógica esperanza de que salvando el cabo hubiera alguna posibilidad de que saltara en cualquier momento algún viento. La flota se mantuvo al pairo a merced de las grandes corrientes que existen por la zona.
Los niños de la Escuela de vela del Real Club Náutico fueron a ver las regatas en dos Zodiac, pero a falta de regatas se tuvieron que conformar con la generosidad del patrón y la tripulación del «Canarias Puerto Calero», que les dejaron subir al GP 42, donde les explicaron lo fácil que es navegar en un barco de regatas y lo difícil que es regatear en el mismo. Los chiquillos estaban encantados bajo un calor sofocante.
Toda la flota mantenía su toldo puesto sobre la botavara. Los «kiwis» se derretían, los americanos no dejaban de bañarse, los germano-italianos aprovechaban para echarse la siestecita del cordero. La cara de María Torrijo, PRO del Circuito, delataba que la jornada se iba a quedar en blanco.
De repente y sobre las dos de la tarde surgió de las profundidades de unas aguas más características de un lago que de la mar, un submarino de la Armada Española. La nave había estado haciendo prácticas donde la plataforma marina llega a alcanzar los dos mil metros de profundidad. Se trataba del «Mistral», un submarino de la clase Galerna S70, de 1500 toneladas de desplazamiento en superficie y con una capacidad para 60 marineros, de los cuales 5 son chicas.
En seguida fue la atracción de la flota. Los barcos de la regata intentaron seguirle, pero no podían alcanzarle, pero las Gomone de apoyo y de seguridad sí tuvieron la oportunidad de navegar durante más de media hora a su lado y cruzándole la proa, hasta que el submarino entró en la ensenada de Cartagena, donde hay una base con varias patrulleras, la antigua Corbeta Infanta Cristina y unas pocas unidades de submarinos, para amarrarse. Los que quisimos ver esa maniobra fuimos invitados a salir con aguas destempladas.
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