En una calesa engalanada de flores y guapísima ha llegado Tatiana Blatnik a casarse con el apuesto Príncipe Nicolás de Grecia, hijo segundo del Rey Constantino. En el Monasterio de San Nicolás, cerca del Puerto Viejo de la isla de Spetses, ha llegado del brazo de su padrastro Attilio Brillembourg a la pequeña iglesia llena de flores silvestres, frutas y granadas. La esperaba dentro del Monasterio el Príncipe Nicolás con su madre, la Reina Ana María y su padre el Rey Constantino de Grecia, que habían llegado por mar desde la costa del Peloponeso momentos antes.
Muy cerca y emocionados, la Princesa Irene y todos los demás miembros de la familia real helena. Y las dos Reinas: la Reina Sofía, hermana del padre del novio, con la Reina Margarita de Dinamarca, hermana de la madre del novio... muy aplaudidas, como momentos antes habían sido los Príncipes de Asturias, la Infanta Elena y los Duques de Palma, juntos y felices de compartir este momento con un sobrino y primo carnal muy querido. Representando a la familia real británica, los Duques Michael de Kent con su hija Gabriela.
Pocos han sido los invitados que han podido entrar en la pequeñísima iglesia del Monasterio (con aire acondicionado, gracias a Dios , dado que hacía muchísimo calor). El resto se han ido situando en el claustro, acondicionado con sillitas plateadas y pantallones de televisión para verlo todo en directo. En la placita ante San Nicolás, más de doscientos periodistas y fotógrafos, cordones de seguridad y algunos invitados que no cabían dentro. Los padrinos - que hacen de hecho de testigos- han sido un hermano del novio, uno de la novia y un íntimo amigo empresario griego, Naso Thanopulos.
El traje de la novia era de Ángel Sánchez
Guapas guapas, además de las Infantas y Doña Letizia, estaba Rosario Nadal y la Princesa Victoria de Borbón, casada con el armador Marcos Nomikós. Muy elegante, Farah Diva. También estupendas estaban Mary Donaldson y Marie, ambas Princesas de Dinamarca. Presentes, además, los Príncipes herederos de Holanda, Guillermo y la argentina y muy sonriente Máxima y la Princesa Victoria de Suecia, con su marido y sus hermanos.
Monseñor Efrem, el respetable Obispo de las islas de Spetses, Hidra y Egina nunca se había visto en una boda tan glamourosa, pero la liturgia ortodoxa se ha cumplido entera y el coro bizantino ha resultado celestial.
Nada más terminar la ceremonia, las campanas del Monasterio y las sirenas de los barcos han empezado a sonar sin parar. Los recién casados se han marchado en la calesa engalanada de flores blancas .Y todos los demás han ido entrando en pequeños autobuses que les han llevado rápidamente a la finca cedida por los señores Kútsis donde se habían colocado dos enormes entoldados: uno para cenar y otro para bailar.
En privado, porque el acceso a la zona se ha cerrado al pueblo llano, que miraba desde lejos. Como todos los 350 invitados no iban a caber en el Monasterio, muchos fueron convidados sólo a la recepción posterior. Como recuerdo, se han repartido a los asistentes unas bonitas cajitas de plata con las iniciales de los novios y peladillas dentro (las tradicionales «bomboniéres» de las bodas griegas) .Todo un éxito para la primera boda de un Príncipe heleno en Grecia. Que ha seguido, además, la nueva tradición de casarse, como hicieron sus hermanos Pablo y Alexia, por amor y con alguien ajeno a los círculos reales tan familiares.



















