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FÓRMULA 1

Alonso vuelve a la acción

Regresa al podio con un valioso tercer puesto en la segunda victoria seguida de Hamilton

JOSÉ CARLOS J. CARABIAS

Empeñado como está en que el Mundial de Fórmula 1 no es una cita de amigos que se reúnen cada fin de semana para ver quien la tiene más larga, sino un maratón de amplio aliento en el que cuentan más los pulmones que las piernas, Fernando Alonso conquistó un valioso resultado en Canadá. Un tercer puesto que lo invita de nuevo a pelear, a regresar a la acción y a la pomada de un Mundial que no concede respiro. Ganó Hamilton en su jardín de Montreal y se encarama al liderato del Mundial. El Red Bull era la nave nodriza, pero su jerarquía no se traslada directamente a la clasificación. Hamilton es el quinto maillot amarillo después de ocho grandes premios. [VER VÍDEO]

El ADN de competidor compulsivo dejó a Alonso con un rictus insípido delante de las cámaras en Montreal. Divisó el triunfo sin ansiedades, en una opción real de volver por donde solía, desde aquel estreno deslumbrante en Bahréin con el rojo pasión de Ferrari. No necesitó los prismáticos para calibrar el vuelo de los Red Bull. Al contrario, los siguió por el retrovisor.

Tampoco se consumió en la desesperación observando el voltaje de los McLaren, la escudería que demuestra año tras año la mayor capacidad evolutiva desde su fábrica. Los tuvo siempre a tiro, en márgenes escasos, al mismo son y con un ritmo parejo. Salió bien y mantuvo el tipo en una carrera a la antigua, los pilotos con el cuchillo entre los dientes, pero sin añadidos ni colorantes. Las posiciones se ganaron o se perdieron en la pista, sin intervalos volubles, sin decidirse en las paradas en el garaje, en las maniobras y las ocurrencias de los ingenieros.

Montreal regaló un gran premio estupendo, que terminó con la abundancia de Red Bull. Los coches energéticos no acotaron la «pole» como en todas las citas anteriores (siete) y tampoco ejerció un peso abrumador en la carrera. Su papel fue secundario, porque los McLaren y Fernando Alonso dieron un paso al frente y dijeron aquí estoy yo.

El cambio radicó en el perfil del circuito de Montreal, largas rectas, fortísimas frenadas. El bagaje de Red Bull se había consumado hasta ahora por su agarre en los trazados revirados, curvas rápidas, allí donde la sujeción al suelo al girar les proporcionaba más velocidad al meter marchas. Los McLaren y los Ferrari han tenido más velocidad punta este año, pero se demuestra que en la Fórmula 1 no todo consiste en ir rápido.

Cubrió objetivos

Fernando Alonso cubrió objetivos en Canadá. Como si fuera una prueba de obstáculos, comenzó a franquear balizas. La salida, donde Felipe Massa se enganchó con Liuzzi y arruinó su domingo, eso sí, ya con la renovación en el bolsillo. La penalidad de los neumáticos blandos, que rápidamente se quitó de encima (vuelta 8), el electrizante mano a mano con Hamilton en la salida del callejón de los garajes, el intenso tráfico en una pista que amenazaba con el coche de seguridad, y, finalmente, el empuje de los McLaren que se lo llevó por delante.

Hamilton defendió su suerte en una pista que lo eriza. En Canadá se siente como pez en el agua y, sin cometer barrabasadas ni comerse los neumáticos como si fuera carpanta, venció con contundencia. Arriesgó cuando lo necesitaba y desmintió que su estilo agresivo —pasional, dice él en lenguaje políticamente correcto— devorase los neumáticos en cada piano.

Button pasa a Alonso

Lo hizo con cierta sutileza, sin desviar el objetivo, manteniendo a raya a un Alonso que no pudo con él. En el tramo final, el asturiano porfió frente al desgaste de sus neumáticos y la finura al volante de Jenson Button. El campeón del mundo dio buena cuenta del español y lo dejó con la miel en los labios. Una sensación agria porque se produjo en el tramo final después de una carrera competente, con la calculadora a cuestas y la vista en noviembre.

La conquista de los doce puntos, aunque escasa según desvelaba el rostro del piloto de Ferrari, le sirve a Alonso para acomodarse en la cuarta plaza del Mundial, a la espera del zarpazo aerodinámico que debe llegar desde la factoría de Maranello a Valencia , donde, según dijo, «seguirá la acción».

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