opinión
Colonoscopia y dolor: «Tolerancia cero»
«¿Cómo es posible que aún en nuestros centros sanitarios públicos, y en pleno siglo XXI, se realicen gran parte de las colonoscopias y gastroscopias sin sedación y sin analgesia?»
Estimados lectores y potenciales pacientes,
La medicina moderna ha producido numerosos avances, y entre ellos destaca de forma especial la posibilidad de evitar o disminuir importantemente el dolor que sufren los pacientes, bien como consecuencia de sus enfermedades o cuando se someten a algunos procedimientos que son dolorosos o molestos.
Entre los procedimientos diagnósticos y terapéuticos capaces de producir dolor o molestias destacan, por su frecuencia, los procedimientos endoscópicos digestivos. Como todos ustedes saben, la colonoscopia es un procedimiento rutinario al que se someten cientos de pacientes todos los días. Sin embargo, un procedimiento aparentemente inocuo, aunque puede tener sus complicaciones, puede llegar a convertirse en una exploración bastante molesta para el enfermo y no solamente por la preparación previa que conlleva, sino principalmente por el dolor que puede producir la exploración del colon. Y esto me lleva a preguntarme ¿cómo es posible que aún en nuestros centros sanitarios públicos, y en pleno siglo XXI, se realicen gran parte de las colonoscopias y gastroscopias sin sedación y sin analgesia? ¿Acaso alguien se plantea que no se ofertase en nuestros hospitales públicos la epidural para el parto?
El alivio del dolor es un derecho del ser humano y una obligación ética del médico. Los médicos tenemos la obligación ética de proporcionar a nuestros pacientes técnicas lo menos dolorosas posibles porque nuestros pacientes tienen el derecho a no sufrir innecesariamente. Es un deber primordial de todo médico respetar la dignidad del paciente, anteponer la salud de este a cualquier otra conveniencia y velar por la calidad y la eficiencia de nuestra práctica clínica.
Nuestro Código Deontológico Médico, algo así como la Constitución Ética de nuestra práctica profesional y pilar fundamental en la relación entre paciente y médico, dice que los médicos tenemos el deber de prestar a nuestros pacientes una atención médica de calidad humana y científica. Pero, no es menos cierto que la Administración Sanitaria Pública nos tiene que facilitar y proveer de los medios necesarios para poder desarrollar nuestra profesión con los mejores estándares de calidad posibles. Sin embargo, no siempre ocurre eso, bien por hábitos difíciles de desterrar o por carencia de personal o medios.
La ausencia de dolor en las exploraciones debería ser un requisito de calidad exigible en cualquier centro sanitario público y, por ello, debería ser una parte irrenunciable de la ética profesional médica, expresión de una correcta calidad asistencial y de una adecuada seguridad del paciente. Y hemos de reconocer que todos somos responsables de que el dolor siga estando presente más de lo deseable en nuestros hospitales, pues parece que el dolor ajeno es el que mejor se tolera. Tanto los médicos como los gestores sanitarios públicos tenemos la obligación ética, profesional y legal de que esta situación se acabe de una vez por todas y con la mayor celeridad posible. Y la solución no es difícil ni debe ser costosa, pues basta con disponer de médicos especialistas en anestesia y reanimación y formar a diplomados de enfermería en las técnicas de sedación y analgesia supervisadas por anestesistas, algo común en países de nuestro entorno desde hace años.
El doctor Juan José García Cruz es médico especialista en Anestesia y Reanimación; experto en Ética Médica por la OMC e Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset y secretario general del Colegio de Médicos de Toledo
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