Conquistó el oro mundial con España en 2013 y se planta en las semifinales del Mundial de 2015 con Qatar. Es el rey midas del balonmano, un entrenador meticuloso y trabajador que ha sabido sacar de sus jugadores lo que ni siquiera sabían que tenía: competitividad y ganas de luchar por las medallas en su tierra. Valero Rivera, el nuevo emir de Qatar.
Mareado por las cifras se plantó en Doha para crear un balonmano que no existía. A imagen y semejanza de lo que hizo en España, impuso su filosofía de juego colectivo. Para ello reunió a jugadores autóctonos, los que menos, y a fichajes repescados de otras ligas. Criticados en el extranjero por su modo de comprar talento a base de talón, en Qatar Rivera recibe los elogios de un dios.
La revista deportiva Doha Stadium llevó su victoria sobre Alemania (26-24) a la portada bajo el título "Haciendo historia". El diario The Gulf Times destacó la alegría con la que Rivera felicitó y fue felicitado por los jugadores, equipo técnico y miembros de la Federación Qatarí de balonmano. Su contrato termina en cuanto finalice el Mundial, pero quizá continúe la aventura y el reto hasta Río 2016.
No sería raro que le ampliaran su relación con Qatar. Su victoria sobre Austria (27-29) en los octavos y sobre Alemania en cuartos (26-24), permitió que un equipo asiático se colara en las semifinales de un campeonato del mundo por primera vez en la historia. Lo hizo con nacionalizados millonarios, sí, pero también con trabajo desde la base donde Valero puso a Zupo Equisoain. Todo lo que toca, lo convierte en oro. O en petróleo.
