agenda cultural
Faemino y Cansado: «Nos volvemos locos en el escenario»
Aseguran que «siempre hay cuatro o cinco que vienen engañados a vernos y que nos tirarían piedras»

Javier Cansado atiende a la llamada de ABC momentos después de acabar de limpiar la tortuga de su hija y de que le hagan la lectura del contador del agua. «Es lo que tiene la vida cotidiana», señala entre risas este genio del humor absurdo que asegura está deseando llegar a Valladolid para presentar junto a su otra mitad -Carlos Faemino- su último «y esta vez novedoso» espectáculo «¡Como en casa ni hablar!» «Echaremos unas risas y comeremos en la ciudad con las mejores tapas de España o del ‘Estado español’, por si alguien se molesta», afirma con su particular charlatanería.
-¿Preparado para enfrentarse al público vallisoletano?
-Niego el tópico. La respuesta del publico es igual de entusiasta y divertida en todos los lugares. Aplauden y se ríen con las mismas cosas. En Valladolid la gente tiene «rock and roll» y el frío sólo lo pone la temperatura.
-Aunque no le haga falta (llenan allá donde actúan), «venda» su espectáculo.
-Siempre digo que la gente que nos ha visto, aunque sea someramente, y tiene una opinión favorable tiene que venir porque se lo va a pasar cañón. Si, por el contrario, nos conoce y no le acabamos de gustar por favor que no acudan a vernos, porque hora y media de humor surrealista loco puede ser demasiado para ellos. En el último saludo que hacemos, cuando ya se encienden las luces, siempre hay en el patio de butacas cuatro o cinco personas, que igual han venido engañados, y que ponen caras raras y creo que nos tirarían piedras.
-¿Tras más de treinta años de giras y actuaciones, la gente se ríe de las mismas cosas?
-Lo que ha cambiado en el humor es el formato. Cuando empezábamos la idea de la pareja cómica era lo habitual y ahora quedamos muy pocos. Lo que impera es el monólogo. También el publico está más preparado para aceptar la provocación. Nosotros, en los 80, hacíamos una mención absolutamente «naif», una golosina, sobre el Rey y se creaba un silencio ominoso. Nuestra línea de humor surrealista puede gustar o no, pero nunca pasa de moda porque no utilizamos referencias que tengan que ver con el día a día. Nos basamos en los estereotipos y en aspectos más trascendentes que la simple parodia. Un espectáculo nuestro de los 80 tendría hoy absoluta vigencia.
-¿El público más joven es su asignatura pendiente?
-Tenemos dificultades porque no nos conocen, pero en cuanto nos ven repiten. En todo caso, estamos muy orgullosos de nuestro público, que envejece con nosotros
-¿Disfrutan tanto como parece sobre el escenario?
-Lo que pretendemos es que siempre parezca todo improvisado, aunque no sea así. Hay unas risas de guión y otras que no lo son. Nuestro truco es que hacemos pocas funciones. Cuando no era así no funcionábamos y repetíamos las historias como papagayos. Necesitamos tener la máxima energía y estar un poco «espitosos» para volvernos locos en el escenario. Ahora, cada actuación es una fiesta y no defraudamos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete