Memory tape

Aleccionados por generaciones de críticos temerosos de que el cine pierda su condición de «entretenimiento», muchos cineastas han renunciado a un planteamiento artístico de su oficio, dejando un espacio abierto que han rellenado los propios artistas, cada vez más atraídos por el audiovisual. Viene esto a cuento porque «¡Olvídate de mí!» es obra de Michael Gondry, un «artista» comercial que trabaja formatos poco respetables como el spot y el video-clip, pero que a la hora de hacer cine se muestra más atrevido que muchos de sus paisanos de Hollywood. Aquí se alía con el ya mítico guionista Charlie Kaufman («Cómo ser John Malkovich», «El ladrón de orquídeas») y el denostado Jim Carrey, que ha sabido atreverse a rodar títulos como «El show de Truman» o «Man on the Moon». Juntos han producido una atípica película, para Hollywood, que al cinéfilo ilustrado le recordará «Te amo, te amo», de Resnais (nada menos) o el cine de Atom Egoyan (ídem.). Pero Gondry no va de autor hermético ni exige un particular ascetismo de su audiencia: lo que ha hecho es recoger (quizá de forma inconsciente) temas caros a los cineastas citados y hacerlos más asequibles al encarnarlos en un reparto donde además de Carrey está la soberbia Kate Winslet y la divertida pareja que forman Kirsten Dunst y Mark Ruffalo. Ellos, y la coartada fantástica del argumento, ayudan a dorar la «píldora» de la película, que es una apasionante reflexión sobre la relación entre la memoria y la imagen, un recorrido aleatorio, un zapping realmente, por las escenas primarias de una historia de amor que evoca aquella pregunta de un personaje de Egoyan: ¿Qué hacía la gente para conservar recuerdos cuando no tenían video?
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