El Juli:«Es muy duro brindar un toro al público y que te piten»
Su raza y el reencuentro con las plazas del Norte le han devuelto la sonrisa. Hoy llega a Bilbao consciente de que Vista Alegre puede significar un punto de inflexión decisivo
-¿Sigue pagando un precio por ser coherente con su concepto del toreo?
-Desde que inicié esta nueva etapa, sabía que se trataba de una transición difícil de valorar por el público. No sabía cuánto tiempo me iba a llevar, tenía claro que no iba a ser de un día para otro. Pero soy consciente de que he hecho lo que debía y por eso continúo en mis trece.
-El público parece no asimilar su transición artística.
-Es difícil. Salvo cuando el toro me permite triunfar con rotundidad, me cuesta mucho que el público se meta en mis actuaciones. Pero, a la vez, la satisfacción con uno mismo es el triple de grata y el reconocimiento del aficionado es el doble de grande. De vez en cuando pienso: «Ahora pongo un par de banderillas y todos como locos». Reconozco que estoy sufriendo mucho, que muchas veces no entiendo la reacción del público, pero lo tengo muy claro: por aquel camino me sentía como en un callejón sin salida.
-¿Está harto de tanta exigencia?
-Es duro, no voy a negar que sufro mucho. Lo que pasa es que esa misma gente que me exige tanto, que tiene una actitud agresiva, me incentiva y me impulsa a seguir luchando. En el fondo, hasta tengo que agradecerles su intransigencia, porque gracias a ellos cada día doy más de mí.
-Sigue reduciendo el número de paseíllos.
-Voy a torear el número de corridas con el que creo que puedo salir a la plaza al cien por cien. Después de una época de ambición desenfrenada, creo que 65 ó 70 corridas es el número perfecto.
-¿En qué momento de 2005 se puso cuesta arriba la campaña?
-En Madrid. Me afectó moralmente, y después vinieron siete u ocho corridas en las que faltó el triunfo rotundo. El inicio de temporada ha sido cuando más a gusto he estado, y a partir de Pamplona recobré la motivación.
-Por momentos se ha visto a un Juli apático. ¿Admite que ha atravesado crisis anímicas?
-¡Soy humano! Lucho todos los días con una situación dura, difícil, muy sufrida. Encontrarte en los medios para brindar un toro al público y que te piten... Son situaciones que te desbordan. Fíjese, llevo dos años sin banderillear y en muchas plazas, cuando llega el tercio, escucho de todo desde los tendidos. O la gente no lee, o tiene muy mala leche.
-Las pasadas Corridas Generales cortó una oreja a un toro de Torrestrella que no le brindó una embestida franca. ¿Pasó miedo?
-Sí. El año pasado, después de Pamplona, tomé una actitud de locura, y el sitio donde más llegaron a presenciarlo fue en Bilbao. No me embistió ninguno de los toros, pero recuperé el respeto. No fue una reconciliación, porque nunca he estado a malas con Bilbao, pero sí un reencuentro.
-Va a lidiar lotes del Puerto de San Lorenzo y El Ventorrillo. ¿Era su intención original?
-A Bilbao va un toro muy determinado, mucho más serio que a cualquier otra plaza, y no todas las ganaderías que a mí me gustan tienen ese toro del que hablamos. Yo le debo mucho a Bilbao, y hay que darlo todo. Si me lo dice por la corrida del Puerto, le responderé que es una ganadería importantísima, que el año pasado cosechó triunfos, y esperemos que remonte el difícil momento que atraviesa.
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