Aberración urbanística
He viajado a Málaga durante la Semana Santa y, aunque la ciudad está muy cuidada, he quedado petrificada ante determinado desmán. Ir a los barrios del Perchel o de la Trinidad, algo obligado para el viajero que quiera vivir la Semana Santa en las entrañas populares, te hace sentir en un lugar que nada tiene que ver con una ciudad andaluza y sí con un recinto en el que se han edificado módulos carcelarios. Si había que remodelar, que se remodelara; pero, ¿qué han hecho? La fealdad es tal que dan ganas de salir corriendo. No me explico que los malagueños callaran ante tamaño desmán. Pero se acerca otro. Le ha llegado el turno a la plaza de la Constitución, de hermosos edificios, algunos emblemáticos de la ciudad. Allí, los ornamentales y olorosos naranjos que hay en las aceras, van a ser sustituidos por... palmeras. No sólo la ciudad pierde su característico olor a azahar, sino que entre palmeras se dejan de ver edificaciones dignas de ser admiradas. La lógica es importante en urbanismo.
T. Fialo.
Madrid.
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