Pier Luigi Pizzi: «Se puede permanecer fiel a una idea y a un estilo siendo los más libres del mundo»
Salamanca 2002 ha acogido esta semana un «Encuentro sobre Ópera Barroca: entre la tradicción y la invención», reuniendo a grandes expertos que han dialogado sobre los textos, la música, la escena, la interpretación y el repertorio, y de cómo debe abordarse este género en el siglo XXI. El gran ausente fue el director Herbert Wernicke, fallecido en abril, que estuvo representado por el director de la Ópera de Basilea, Michael Schindelm.

SALAMANCA. El director de escena Pier Luigi Pizzi (Milán, 1930), cuyo montaje de «L´Italiana in Argeli», de Rossini, se puede ver este fin de semana en el Festival de la Coruña y que ha realizado en España trabajos tan aplaudidos como «Rinaldo» en el Teatro de la Zarzuela o más recientemente, «Celos aun del aire matan», en el Teatro Real, ha estado presente en este encuentro y explica a ABC algunos de los puntos tratados.
-¿Cómo debe plantearse la ópera barroca en el siglo XXI?
-En los siglos XVII y XVIII el teatro barroco estaba dominado por la imagen, era el teatro de la sorpresa, de las maravillas. Los textos e incluso la música estaban en un segundo plano respecto al aspecto visual que era el dominante y en el que se contaba con artistas virtuosos de una gran inventiva. La gente que acudía a estos espectáculos conocía muy bien los códigos y los lenguajes, la gestualidad que se representaba en ellos. Ahora, sin embargo, todo esto ha cambiado. El texto ha adquirido mucha más importancia. Hoy hablamos más de Busenello que de Torelli.
-¿Cómo ha evolucionado el trabajo de la escena?
-Nosotros los escenógrafos y los directores de escena de ahora miramos hacia los grandes escenógrafos de la época para aprovechar esa fuente de maravillas pero para realizar otra cosa. Mientras que antes no era importante la época en que se desarrollaba, ahora sí nos interesa. En la actualidad, aunque se utilice una sola escenografía se cuenta con otros medios técnicos -luces, máquinas...- que han revolucionando la manera de hacer teatro... Pero todo esto está al servicio de una finalidad: la de buscar la emoción. Ahora, por ejemplo, en el cine existen grandes efectos especiales que provocan admiración pero no logran emocionar.
-¿Qué papel juega el texto?
-En los siglos XVII y XVIII hay textos muy importantes y algunos son muy esquemáticos por lo que resulta difícil buscar una clave de lectura que permita dar una lógica al relato para que no resulte tan sólo un pretexto para crear un espectáculo. Yo no abordo una obra si ésta no me ofrece la posibilidad de contarla en imágenes y que produzca emoción.
-Usted reclama la emoción a través de los sentidos y del color, pero también con cierta fidelidad hacia la obra...
-No se trata de fidelidad, sino de respeto hacia la obra, pero no soy fiel a las anotaciones del texto... Casi siempre he cambiado las atmósferas de los lugares en función de un idea muy personal. Por ejemplo, el «Rinaldo» que yo hago es una mezcla entre la primera y la segunda versión con unos recitativos que están cortados y cuyas arias yo he colocado en un lugar que he considerado mejor. De todo ello resultó una versión que directores musicales como Mackerras han aceptado perfectamente.
-Pero también hay otros directores que se niegan a estos cambios. ¿Ha sufrido muchos enfrentamientos por este motivo?
-La confrotación es buena. Tenemos que hablar para intentar realizar un mismo camino y no movermos en dos direcciones distintas.
-Estos días se ha hablado mucho de libertad a la hora de abordar este repertorio y de no caer en el fundamentalismo.
-Se puede permanecer fiel y respetuoso a una idea y a un estilo siendo los más libres del mundo. Yo me siento libre cuando realizo mi trabajo y esa es la condición que pongo, si no, no lo haría.
-La ópera barroca, escrita hace cuatro siglos, llena los teatros y la música contemporánea no, ¿cuál es el secreto?
-Quizá porque es fácil abandonarse al placer de un espectáculo que te transporta al teatro de la maravilla y que te produce emoción.
-También se ha hablado en estas jornadas de las escasas subvenciones que recibe este repertorio y usted ha abogado por un colaboración europea...
-Siempre se ha hablado de los problemas económicos y se ha seguido haciendo teatro. Los Gobiernos cuando tienen problemas dedican el dinero a otros temas más importantes y yo creo que la cultura debería estar en el primer lugar de sus prioridades. En mi opinión hay que unir esfuerzos y hacer un teatro europeo, realizar coproducciones. Hacer menos títulos pero en mejores condiciones. Que no se hagan tres o cuatro producciones de un mismo título en distintos lugares, eso es ridículo.
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