CB-23, cocina malagueña y marinera con giros inesperados

Desde que Álvaro Olea trasladó su Antiguo Casa de Botes –rebautizada por cuestiones legales como CB-23– al Soho de Málaga ha ido consolidando un proyecto muy interesante con una culinaria original y propia. La vieja nave encalló al fondo del puerto y de sus restos emergió esta nueva casa, más moderna e informal, que promete mantenerse firme poniendo al día el recetario tabernario .

En la oferta, cocina malagueña y marinera con giros inesperados . En Casa de Botes bordan el caldo de pintarroja y el gazpachuelo –qué falta nos hace recuperarlos como estandartes de nuestra cocina de mar– y trabajan la fritura como en pocos lugares de la capital. En la vitrina de la barra podemos echar un vistazo a la oferta del día: pescado y marisco fresco y de calidad sin entrar en productos de lujo ni calibres enormes. El público manda y demanda. Y todo ello en un espacio abierto, con media docena de mesas en la terraza, una angosta barra y un comedor superior más formal y cómodo para sentarse.


Para empezar a picotear, unos potentes torreznos de morena que Olea sumerge en un adobo poderoso para contrarrestar la grasa del animal o el suave pulpo en escabeche con patatas fritas. Y unas conchas que aquí se miman: buenos bolos o esas carnosas y de buen tamaño almejas malagueñas de nuestra última visita . Más cocina de producto de cosecha propia: la ortiguilla a la plancha en concha fina , muy delicada, difícil de encontrar en la ciudad y que también sirven como rotundo relleno de un calamar. O esas migas marineras que elaboran en la sartén con dados de calamar y calabacín y que se coronan con unas gambas cristal fritas, huevo frito y unas finas láminas de papada ibérica de Maldonado.




Para continuar, cualquiera de las notables frituras de la casa. Las hemos probado de huevas de merluza, de boquerones o de raya, todas magníficas . O cualquier capricho de la oferta de la vitrina a la plancha que aquí también se toca con acierto: unos chopitos, unas huevas de merluza o cualquiera de los pescados del día . Para concluir, otra de las especialidades de Olea: un arroz. Aquí se cuida especialmente la materia prima y el arroz no es una excepción: granos seleccionados para el estupendo arroz caldoso de langostinos y carabineros o el peculiar y muy sabroso arroz de langostinos, huevas de choco y boquerones fritos que se sirve con hierbabuena –que luego se retira a la hora de emplatar– para aportar un punto de frescor.






El servicio, dentro de la informalidad del establecimiento, cumple con creces. Joven y atento. Además, hay interés por crecer y la bodega es cada vez es más interesante. Desde nuestra primera visita ha ido engordando notablemente y ahora cuenta con una estupenda selección de generosos y vinos tranquilos de categoría para acompañar adecuadamente a una cocina que lo merece.
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