La Fabbrica: La «pizza é bella»
Ahora que son días de festejos y los tiempos de asueto se alargan, no estaría de más que los ciudadanos se acerquen, paseando, por la avenida de Medina Azahara y contemplen con tranquilidad y en detalle el espléndido edificio regionalista de la antigua Facultad de ... Veterinaria, en la actualidad sede del Rectorado de la Universidad de Córdoba.
Posteriormente acomódesen un rato, caminen y gocen de las plantas en el coqueto y presumido parque Juan Carlos I. Saliendo por el lateral que linda con la calle Albéniz, debemos estar atento para descubrir un difuminado rótulo que nos señala que estamos en La Fabbrica. De la paz y el remanso de los jardines al mundo bullicioso y casi alocado, como tiene que ser, de una auténtica pizzería. La cocina, a la vista, divide dos salones muy vivos, coloristas y musicales. Nos encontramos con una decoración ecléctica de aires contraculturales; con pequeños rincones, a modo de altarcitos, con utensilios y aparatos retro. Un ambiente alegre, desenfadado, tremendamente divertido y agradable, pese a la amalgama de objetos y colores. En el centro, como hemos dicho, los cocineros gestionan la masa para darle la forma adecuada y a su lado disponen de todos los ingredientes necesarios para atender la comanda de sus clientes. No lo dude, aquí se viene sobre todo a comer pizzas, tal vez con una ensalada de entrante, donde todo, por su generosidad, debe ser, salvo glotones, compartido.
Aldo y Toni, auténticos pizzaioli, se afanan cada día en preparar y extender la masa del que sin duda es uno de los platos más famosos del mundo. Sus pizzas, que se apartan de las clásicas, tienen nombres de artistas (Chaplin, Dalí, Andy Warhol…). Está muy rica la Frida Kahlo donde destaca el agradable sabor del pollo braseado; la Mick Jagger con pepperoni, panceta ahumada y huevo estrellado; y para los más golosos la Jackson Five de cinco quesos con miel y nueces. Si no le atrae ninguna de ellas, lo que es difícil, puede montarse su propia pizza eligiendo su composición entre cerca de treinta ingredientes distintos: todos, productos sencillos pero naturales y frescos; un verdadero lujo cuando lo normal es que nos encontremos con pizzas congeladas y de dudosa calidad.
Cuando la pizzería está completa, el servicio, que dirige Ágatha con eficiencia, va a todo gas y a veces los tiempos juegan en su contra; aún, en estos casos, no dejarán de atenderle con una sonrisa. No se la pierda, entre y disfrute, sin duda y con creces, las mejores pizzas de la ciudad.
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