Casaca Gastro, comida mediterránea en pleno Centro de Córdoba

El abanico gastronómico donde escoger se mueve entre los pescados y carnes, propios de la cocina meditérranea, y va más allá. Tostas de varios tipos, ensaladilla de ventresca, las patatas bravas con mayonesa Kimchi, el tartar de atún rojo con tortillitas de camarones, carrillada de vaca con parmentier de patata y seta, magret de pato con un parmentier picante, y lomo bajo con más de 50 días de maduración son sus tentaciones.

Todos los vinos de su carta los puede servir por copas; el verdejo Finca Caraballas, Viña Ardanza, Sí, Cepa 21 y de la tierra, los de Bodegas El Monte y Delgado no faltan en la selección que está viva y en constante renovación, como explica Mariano Mondéjar, propietario junto a Yolanda Infante. En octubre Casaca volverá a acoger nuevas catas de vinos maridadas con comidas, como ha hecho esta misma semana Con Finca Caraballas y Bodegas El Monte.

El nombre, Casaca, alude a las chaquetas de los cocineros y mantiene la impronta del Bar Mariano, si bien marca un nuevo tiempo: ganó espacio y ha ampliado la gama de propuestas. Se permiten «inventar más, el horno da mucho juego y algo ha cambiado, puedes lucirte un poquito más», reconoce Yolanda Infante, jefa de cocina.

La lubina al horno, el bacalao gratinado son delicias que sirven ahora, sin olvidar las chuletitas de cordero y la carrillada de cerdo en salsa de vino. Lo cocina todo a fuego lento, sin ollas de presión, «que se traduce en el sabor de la comida, aunque se tarde un poquito más. Cocino como una abuela, aunque tenga 40 años», indica con sinceridad sobre su forma de guisar al modo tradicional.

Los callos caseros, que elabora con chorizo y morcilla ahumados, son prueba de que todo está guisado por ella y son algunos de los reyes de los guisos en invierno.

Casaca Gastro, que en mayo ha cumplido su primer año abierto, se sitúa en Ronda de los Tejares, 16, en el local 4 del pasaje, junto al Bar Mariano, en el local 5, que regentaron durante once años. De hecho a este segundo espacio siguen recurriendo como apoyo para acoger celebraciones y fiestas con hasta 40 comensales, para empresas y comidas de Navidad, por citar ejemplos.

La carta la renuevan tres veces al año y este verano las sugerencias más suculentas pasan por el tartar de atún rojo con tortillitas de calamares, los chipirones rellenos y el pescadito frito, que lo trabajan todo el año (desde el boquerón y la pijota hasta los salmonetitos) y el atún de almadraba a la plancha. La mazamorra, el tomate de huerta aliñado con ventresca, el salmorejo y el salpicón de marisco le ponen la nota fresca a las altas temperaturas.

El acento internacional para el público más actual se nota en las gyozas caseras de cochinita pibil, y saam de lubina frita. Para los que van con prisa, las gildas y la empanada de pizza son opciones de tapeo rápido en la barra.

El producto tiene un papel esencial en la cocina y en temporada trabajan mucho las verduras: las alcachofas a la montillana, las habas esparragadas con huevo escaldado y los cardos. Las fabes y verdinas los martes y jueves tienen su lugar en el guiso del día, desde noviembre hasta marzo.

Las tostas son de anchoas ahumadas y queso azul; de crujiente de jamón y torta del Casar; y ventresca con cebolla caramelizada y espárragos. Para rematar con los postres sugieren cremoso de limón con merengue tostado y la tarta de queso. Su clientela es muy amplia, va desde los jóvenes de unos 25 años hasta mayores de 65.