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Cuatro mil millones para eliminar el poblado de Salobral, que ha empezado su cuenta atrás

El chabolismo y la infravivienda siguen estando presentes en la Comunidad de Madrid conformando un mundo marginal de miseria y pobreza para sus habitantes. A pesar del ritmo impuesto a los realojos por la Administración autonómica en los últimos tiempos, en la actualidad 1.537 familias se encuentran en esta situación.

La mayoría de ellas, 1.321, viven en catorce distritos de la capital y otras 216 están repartidas en trece municipios de la región, según datos de la memoria anual del Instituto de Realojamiento en Integración Social (IRIS), correspondiente al año 2000.

OBJETIVOS: LOS MÁS GRANDES

El distrito que encabeza este particular ranking es el de Vallecas Villa. El célebre asentamiento de Las Barranquillas, el «hipermercado» de droga más grande de España, con 290 favelas, que ha ido creciendo en la misma medida que desaparecían La Celsa, La Rosilla o Los Focos (San Blas), y con ellos, otros tantos puntos de venta de estupefacientes en la capital, y Pozo del Huevo, con otras 140, son los más importantes de la zona.

Muy cerca está Villaverde y su núcleo más representativo: El Salobral. Precisamente stos dos últimos son los retos que se ha marcado la Consejería de Obras Públicas para el presente ejercicio para el que dispone de un presupuesto directo de 2.711 millones — al que hay que añadir las viviendas cedidas por el IVIMA—. Pero no son los únicos.

El objetivo final del titular de este Departamento, Luis Eduardo Cortés, es «reducir el chabolismo a la mínina expresión cuando acabe la legislatura, y con ello, haber dotado a los afectados de una vivienda digna para que puedan integrarse en la sociedad de la que forman parte».

Consciente de que es un problema «vivo, y de las dificultades para acabar con él para siempre, explica su particular reto: «llegar al punto de inflexión en el que los asentamientos nuevos que surjan sean inferiores a los erradicados. Vencer significa dar la vuelta a la situación anterior cuando el volumen de los que crecían superaba a los que se eliminaban. Y lo hemos logrado». «Derribar con una piqueta es muy fácil, pero no se trata de eso. Se trata de sacar a personas sin recursos de sus chabolas y ofrecerles un modo de vida digno. Eso es lo difícil y en 2003 quedarán muchas menos que ahora», subrayó.

PRINCIPIO DEL FIN

En esa línea, El Salobral está ya en plena cuenta atrás. La semana pasada, las primeras casetas quedaron reducidas a un puñado de escombros. Sus 60 hectáreas le convierten en el núcleo de infravivienda más grande de la capital, incluido el de Las Barranquillas que tiene unas connotaciones distintas y aunque cuenta con más favelas, gran parte de ellas se utilizan para «trapichear» con droga. Además de su tamaño, las ínfimas condiciones de salubridad y de habitabilidad convierten a esta actuación en urgente. El agua potable, la luz, el alcantarillado o el transporte brillan por su ausencia con el consiguiente riesgo sanitario.

El asentamiento, situado en Villaverde cuenta, además, con una característica añadida: la variopinta tipología de las construcciones que hace que no sea el típico poblado chabolista. En sus 325 infraviviendas, que ocupan otras tantas familias, hay un poco de todo: precarias construcciones de madera y chapa, mezcladas con caravanas acondicionadas, casas de labor mal construidas y otras edificaciones de más calidad utilizadas como segunda vivienda.

Por ello, la tarea previa al inicio del desmantelamiento ha sido la elaboración de un padrón para determinar el número exacto de personas y de edificaciones que se han ido añadiendo en diversas oleadas a los primeros en instalarse en 1985, payos españoles. Años más tarde se fueron unieron gitanos procedentes de Castilla-La Mancha, Extremadura y de otras regiones, hasta llegar a las últimas incorporaciones de extranjeros que comenzaron a partir de 1999. Entre ellos, hay 19 familias rumanas, siete portuguesas, un colombiano, un marroquí y hasta un alemán.

EMPEÑO SIMILAR A CELSA O ROSILLA

No obstante, no van a ocupar una vivienda nueva todos ellos. Únicamente los chabolistas, unos 270 aproximadamente. Las fuentes de ingresos de estas personas son las clásicas: chatarra, venta ambulante o de La Farola entre los inmigrantes. Un porcentaje nimio, 40 familias, cuentan con ingresos periódicos bajos y otras 50 son perceptoras del IMI. El nivel de escolarización es alto: 140 menores asisten a colegios de la zona, 39 acuden a la escuela infantil y 12 tienen acabado el bachiller.

«Tras La Celsa o La Rosilla este es el empeño más complicado», afirma Cortés. Por ello, el coste de la operación será elevada: 4.000 millones. Respecto a cuándo estará eliminado por completo, rehúye los plazos: «se trata de empezar y terminar. Antes de 2003 habrá acabado y algunos más».

Uno de los que correrán la misma suerte es Pozo del Huevo, con 140 familias en su mayoría gitanas, que pasarán a ocupar pisos en altura construidos por el IVIMA a final de año o comienzos del próximo. Aunque las condiciones de habitabilidad son malas, no alcanza los niveles del asentamiento anterior.

Otro de los asentamientos más grandes de la capital es el de Pitis, situado en el distrito de Fuencarral-El Pardo, donde se concentran 131 familias. Tiene también los días contados pues el Ayuntamiento ha comenzado a eliminarlo ya, y a mediados de 2002 será historia.

NUEVA ETAPA

Se trata de un núcleo de «tipología especial» compuesto por viviendas prefabricadas o de hormigón construidas expresamente para albergar a personas procedentes de chamizos. Esta fórmula era la empleada por el Consorcio de Población Marginal, que fue sustituido por el IRIS en 1998. Con ello, además de acabar con los guetos, se suprimió el sistema de censos que se venía utilizando para realojar a la población porque «el único censo es la realidad». Las Mimbreras (Latina), La Quinta (Fuencarral), El Cañaveral (Vicálvaro) y los poblados de Plata y Castañar (Villaverde) son la herencia que pervive de esta política y de los que se hizo cargo en su día el Ayuntamiento. Por su parte, la Comunidad tiene pendiente el de las Las Liebres (Fuencarral), una vez que terminó con Jauja, San Fermín, La Celsa y La Rosilla.

«La principal actividad desarrollada en los últimos años ha sido realojar a las familias de estos núcleos, pero el chabolismo puro y duro apenas se ha tocado», tercia Florencio Martín, gerente del IRIS. Así, el 74 por ciento de los derribos efectuados el pasado año correspondieron a viviendas ubicadas en esos barrios y el 26 por ciento restante fueron de núcleos chabolistas. Por ello, el gerente precisa que, a pesar de los trabajos realizados, el número de favelas no desciende en la misma proporción que los realojos. Ahora le toca el turno a los asentamientos chabolistas propiamente dichos que, a pesar de su número, son núcleos mucho más pequeños que los anteriores. Entre los que están llamados a desaparecer este mismo año se encuentran el de Galapagar y Tanatorio, con 15 y 2 familias cada uno, que se encuentran en condiciones lamentables.

LAS BARRANQUILLAS, EN SU DÍA

Mientras, Cortés, interrogado sobre si hay alguna previsión para desmantelar Las Barranquillas, indicó que «no es sólo un problema de chabolismo, sino de orden público y de salud. Nos ocuparemos de todo en su momento. Hoy por hoy concentramos nuestros esfuerzos en facilitar vivienda a las personas sin recursos del poblado que desean integrarse en la sociedad». Lo inmediato será poner en marcha allí una Unidad de Trabajo Social con el fin de proporcionar atención a niños y mujeres.

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