Sevilla FC
Por qué justo ahora
Con tres empates seguidos y un segundo puesto en la Liga, no se puede pedir la dimisión del equipo técnico del club; como mínimo es un exceso, una pérdida de los cabales
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Iniciar sesiónSorprende que sorprenda. Porque llevamos jugando así dos largas temporadas. Sin graves consecuencias en contra. Sorprende que sorprenda que, tras el empate con Osasuna, parte del sevillismo perdiera la memoria, saliera a las redes con una tea en la mano y emularan al coloso en ... llamas, ardiendo por dentro y por fuera, como poseído por una fuerza infernal. Nadie es nadie para impedir que otro tenga su opinión. Es un derecho sagrado. Otra cosa es que haya opiniones más fundamentadas que otras a las que se les presta atención y se las considera. Discúlpenme, palanganas. Muchas de las vuestras, vertidas desde la inmediatez de la ira, hija de la frustración y de la cólera, no estaban fundamentadas. Con tres empates seguidos y un segundo puesto en la Liga, no se puede pedir la dimisión del equipo técnico del club. Como mínimo es un exceso. Una pérdida de los cabales. La amenaza cierta de que los vencejos han dejado de sobrevolar el Pizjuán y ahora lo hacen los murciélagos más autodestructivos de Mestalla, se me hace cada vez más evidente. El equipo sigue sin perder. Y para muchos sigue sin jugar. Yo no comparto esa idea. Juega y juega divinamente a lo que viene jugando desde hace dos temporadas. Otra cosa es que muchos sevillistas quieran cascabeles y campanillas en ese juego, florituras y filigranas, desplantes y alamares de toreros estilistas. Es verdad, no jugamos como pintaban los impresionistas. Pero lo hacemos y los resultados sí son impresionantes.
La pregunta que me hago es recurrente. ¿Por qué, tras dos temporadas en la que vemos al equipo hacer lo que hace divinamente, sorprende el juego del equipo y se convierte en leña para el horno de un debate de elevadísima temperatura? ¿Por qué justo ahora y no antes? Yo tengo una impresión. En absoluto sustentada por los datos y los números. Una impresión que no tiene más valor que otras opiniones sobre el asunto. Yo creo que el sevillismo se ha puesto nervioso mirando por el espejo retrovisor y comprobando que tras de nosotros viene un coche verde queriéndonos dar alcance. Y que además de ese coche, el equipo no logra afianzarse como un aspirante sólido y firme a la Liga. Lo del espejo retrovisor se pasó pronto. El mismo día en que Emeri dejó dos cajas de porcelanosa amarilla en la Palmera para alicatar la grada de la guasa. Lo de la Liga merece una reflexión seria, con el ánimo sereno y la vista larga. Nunca me he creído que tengamos una plantilla sobrada para semejante golpe de mano y estoy convencido de que tampoco tenemos el poder político necesario como para darle la vuelta a las previsiones cerradas por los intereses económicos de los que pagan este negocio. La Liga es protestante. Quiero decir que está predestinada para que la ganen los dos equipos con más tirón televisivo y, consecuentemente, con respaldo publicitario inalcanzable. Por eso siempre tendremos a un Iturralde en Mallorca. Bajo esas premisas, ganar la Liga se me antoja prometeico. Pero quedar entre los tres primeros y tocar plata en Europa caben en mis expectativas y abrocharían una temporada de ensueño. Una temporada de las de autobús delante de la Catedral, Monchi hablando desde el balcón del Ayuntamiento y la fuente de la plaza Jerez llena de bufandas rojas en el mes de mayo. No hay que soñarlo. Ya lo hemos vivido muchas veces.
El Sevilla necesita volver a ganar de tres puntos. Y, sin dudas, lograr pronto el encaje en el sistema (y en cualquiera de las alternativas que tiene el método a lo largo de un partido) de los dos chicos recién llegados. Unos retoques que nos hagan ganar en profundidad, verticalidad y electricidad en las contras, para que brillen por su naturaleza Martial y En Nesiry. Podemos esperar, con cierta urgencia, a que los nuevos formen parte de la maquinaria. Hasta entonces, para alcanzar lo que creo que está a nuestro alcance, hay que sumar de tres en tres. Y hoy nos veremos las caras con un equipo que no pierde desde diciembre y que exhibe maneras muy convincentes. Ganemos al Elche, olvidémonos del retrovisor y de campeonar en la Liga y vamos a por lo nuestro, que de conseguirlo haría felices a muchos corazones. Entre ellos los mismos que el pasado sábado quisieron imitar a Nerón y quemar hasta las piedras…
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