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Juan José Padilla, héroe en Zaragoza

El Ciclón de Jerez corta dos orejas; El Cordobés sufre un percance

Juan José Padilla, héroe en Zaragoza FABIÁN SIMÓN

andrés amorós

Toros de Juan Pedro , flojos, bondadosos, dóciles colaboradores. Con ellos, se impone una faena «standard», porque hay que cuidarlos, no dominarlos: los puyazos son simbólicos; se repiten las suertes que suponen dejarlos pasar, sin obligarlos: delantales, chicuelinas, pares al violín, muletazos de rodillas y a media altura, molinetes...

El primer toro se derrumba antes del segundo puyazo y al segundo muletazo deja estar sin problemas al Cordobés, reposado, tranquilo, sin bajarle la mano. Trasteo aseado y estocada: petición. El cuarto es más paradito, ya de salida. Le pegan un puyazo y la gente se indigna de semejante atrocidad. En la muleta, dobla y se queda corto, con algún peligro. Engancha al diestro y le revuelca: sufre un puntazo en la clavícula y una herida en el labio, de pronóstico leve.

Recibe El Fandi al burraco tercero con largas cambiadas, en tablas. Un picotazo mínimo y al suelo. Brilla en los pares de la moviola y al violín. Muletea de rodillas y el toro imita su postura. El trasteo, voluntarioso, sin emoción , es largo: suena un aviso antes de tomar la espada. En el sexto, animado el público por la jota que cantan y bailan, insiste El Fandi en las chicuelinas y el par al violín. Otro trasteo con oficio, sin especial brillo.

Padilla despliega todo su repertorio de «ciclón». Al segundo, que ha recibido a portagayola, lo brinda al cielo, muletea de rodillas, da circulares mirando al tendido, logra una gran estocada: oreja con fuerte petición de la segunda. Algo parecido en el quinto, que brinda a su cuadrilla. ¿Quién podría imaginar que acabaría la temporada siendo líder del escalafón? Como el toro se apaga, tira de recursos. Otro espadazo: oreja y salida en hombros.

Al final del segundo, se ha vivido una apoteosis sentimental, cuando da la vuelta al ruedo con su niña , envuelto en la bandera española. Al final, los gritos casi futboleros («¡Illa, illa...!») acompañan su salida en hombros. Ha pasado Padilla a engrosar la lista histórica de los héroes de Zaragoza.

(Lea la crónica completa en la edición impresa de ABC y en Kioskoymas)

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