Cómo los perros nos robaron el corazón: sus comportamientos más «humanos»
La mirada de un perro activa los niveles de la hormona oxitocina en el ser humano - Ken Gillespie/Alamy

Cómo los perros nos robaron el corazón: sus comportamientos más «humanos»

Nos miran a los ojos y despiertan en nosotros sentimientos similares a los de un bebé, nos escuchan, reconocen nuestro estado de ánimo y sienten celos si prestamos atención a otros

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Nos miran a los ojos y despiertan en nosotros sentimientos similares a los de un bebé, nos escuchan, reconocen nuestro estado de ánimo y sienten celos si prestamos atención a otros

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  1. Solo necesitan una mirada para conquistarnos

    La mirada de un perro activa los niveles de la hormona oxitocina en el ser humano
    La mirada de un perro activa los niveles de la hormona oxitocina en el ser humano - Ken Gillespie/Alamy

    Lo dice un estudio publicado en la prestigiosa revista Science esta semana, quizás uno de los más tiernos que sobre los canes se haya realizado nunca: el contacto ocultar frecuente entre los perros y sus dueños logra afianzar la relación entre ambos. El motivo es que esas miradas cercanas y profundas aumentan la cantidad de oxitocina, conocida como la hormona del amor, en el cerebro humano, de una forma comparable a lo que ocurre con las madres y sus bebés. La investigación (puedes leer aquí cómo te la contamos) explicaría la devoción que sienten muchos dueños de perros por sus mascotas, hasta el punto de considerarlas un miembro más de la familia.

  2. Saben distinguir una sonrisa

    Un perro durante el experimento de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena
    Un perro durante el experimento de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena - Anjuli Barber, Messerli Research Institute

    Los perros pueden distinguir entre rostros humanos felices y enojados, según un estudio publicado en Current Biology por investigadores de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena. No es necesario que alguien les chille, les amenace, les hable con palabras suaves o comience una caricia. Reconocen el estado de ánimo de una persona, su dueño o un desconocido, solo con observar sus gestos faciales. El descubrimiento representa la primera evidencia sólida de que un animal que no sea el ser humano puede discriminar entre las expresiones emocionales en otra especie.

  3. Te escuchan con interés

    Los perros escuchan a sus dueños con una atención muy similar a la humana
    Los perros escuchan a sus dueños con una atención muy similar a la humana - Melpomenem/iStockphoto/Thinkstock

    No son pocos los dueños de perros que, tras un mal día, cuentan sus vicisitudes cotidianas a su perro como si se tratara de un amigo atento o un familiar. La escena puede resultar algo ridícula a aquellos que no son muy amantes de los canes, pero no lo es tanto. Obviamente, su perro no es capaz de entender el último malentendido con su jefe o el disgusto con su pareja, pero una cosa es cierta: le está escuchando, y con una atención parecida a la humana, según una investigación de la británica Universidad de Sussex publicada en la revista Current Biology. De la misma manera que cuando nosotros escuchamos a otra persona no solo estamos pendientes de sus palabras, sino también de otras características del discurso, como el tono emocional, los perros también diferencian y procesan diversos componentes de la voz humana.

  4. También se ponen celosos

    Archivo

    Un estudio dirigido por Christine Harris, profesora de psicología de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.), cree que los perros, como especie social, pueden sentir celos. En el experimento, 36 perros fueron grabados en sus hogares con una cámara mientras sus dueños les ignoraban e interactuaban con tres objetos diferentes: un perro de peluche muy realista que ladraba y gemía, una cubeta y un libro. En los dos primeros casos, los dueños hablaban y acariciaban al peluche y a la cubeta como si fuera un perro de verdad. La reacción de los perros fue de celos, como mordisquear, interponerse entre el dueño y el objeto, o empujar el objeto o al dueño, cuando los humanos se mostraban cariñosos hacia lo que parecía ser otro perro. [Más sobre el estudio aquí].

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