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Claressa Shields, una boxeadora de oro de vuelta al instituto
La primera púgil estadounidense en conquistar el oro, retoma su vida académica tras pasar a la historia en Londres

Cambiar el cuadrilátero por los libros de texto. Dos caminos se cruzan en la vida de la campeona olímpica Claressa Shields , que a sus 17 años se ha descubierto como un rayo de esperanza para Flint, conocida como la ciudad de los asesinatos en Estados Unidos.
Los deberes regresan a la vida de Claressa un mes después de saborear la gloria en los Juegos de Londres, coronada como la primera boxeadora estadounidense en morder un oro olímpico en una cita en la que por primera vez ningún púgil del país de las barras y estrellas logró subirse al podio. Esta vez peleaban las mujeres, y allí estaba la joven Claressa, dispuesta a demostrar que cualquier reto es posible para ella.
Para Claressa la vida no ha sido nunca un camino de rosas. Nación en Flint (Michigan), una ciudad que vio nacer al gigante de General Motors pero que una vez desmantelada la planta ha pasado a ser una de las ciudades con la tasa de criminalidad más elevada del país. Flint registró un total de 57 homicidios en 2011 en una población de unos 100.000 habitantes (Madrid cerró el año pasado con menos de 50 asesinatos). Sus números de asesinatos, robos y violaciones se acercan más a lugares como Bagdad, de ahí que los medios se refieran al lugar como la «ciudad de los asesinatos» .

La boxeadora siempre ha tenido en mente cuál es su origen. También cuando ganó en Londres. «Aunque vengas de un ambiente negativo puedes llegar a los Juegos y ganar una medalla de oro», explicaba Claressa, que este martes ha vuelto a las clases en su instituto de Flint, donde solo el tres por ciento de los estudiantes del equivalente a primero de bachillerato pasó las pruebas de matemáticas.
Claressa tuvo que pelear desde pequeña. Para defenderse de los mayores en la escuela y para alejarse de un mundo que no le gustaba en absoluto. «Veía a todos esos vendedores y adictos a las drogas y no quería ser como ellos», explicaba a la agencia AFP tras su victoria en Londres. « No quería que mis hermanos se acostaran sin comer . He pasado por un montón de cosas. Mi hermano mayor estaba en la cárcel. Yo soy la segunda, así que tuve que hacer algo», confesó.
Para ella el boxeo es una cuestión de genes. Su padre, Clarence Shields, fue un boxeador amateur apodado como «bala de cañón» por sus salvajes golpes. Estuvo entre rejas buena parte de la infancia de Claressa, pero ella asegura recordar todas las historias que le contaba su padre sobre sus peleas. Así se avivó en Claressa la pasión por el boxeo, a pesar de su padre que entendía que aquello era un deporte para hombres. Ella se resistió a despojarse de los guantes y entró a competir a los once años en un gimnasio. Clarence esperaba que los primeros golpes amedrantaran a su pequeña, pero se equivocaba. Ya no pararía hasta conquistar el mundo.
Un rayo de luz para la ciudad
La joven boxeadora explicaba hace unos meses en un artículo en The New York Times que busca la inspiración en los combates de Sugar Ray Robinson , considerado como uno de los mejores púgiles del pasado siglo, pese a que falleció seis años antes de que ella llegase al mundo. Desde pequeña Claressa destacó en el cuadrilátero por su determinación, la misma que le ayudó para subir escalones a marchas forzadas camino a Londres.
Encontrar financiación para viajar a los Trials, uno de los últimos pasos antes de los Juegos, dejó de ser un problema para Claressa gracias a su ciudad. La ciudad de los crímenes y robos se volcó con ella con varios actos en los que se recogían fondos para ayudar a que cumpliese su sueño . Reunió el dinero suficiente para viajar, ganó a la hasta entonces vigente campeona y se perfiló como firme candidata a conquistar un metal en los Juegos de 2012.
«Decían que no podía hacerlo, que era demasiado joven. Dijeron que las chicas con mayor experiencia me darían una paliza, pero olvidaron que soy una luchadora », explicaba Claressa tras derrotar a la rusa Nadezda Torlopova en la final.
Acto seguido llovieron las felicitaciones. Un centenar de personas la recibieron por todo lo alto en el McDonalds de Flint en un desayuno en su honor . Unos días más tarde la ciudad declaró el 29 de agosto como el día de Claressa Shields. Una fotografía junto al vicepresidente Joe Biden ilustra su página web y en los próximos meses será la encargada de presentar a Muhammad Ali como ganador de la medalla de la libertad que cada año entrega la ciudad de Philadelphia. Tiene ofertas de Adidas y Chevrolet y el teléfono de su entrenador, Jason Crutchfield, no deja de sonar. Una historia solo posible gracias al empeño de Claressa, un rayo de luz para la deprimida ciudad de Flint que vuelve a cargar con una mochila en su espalda. Hora de volver a clase.
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