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españa, todo lo que nos une

Juntos somos más y mejores que separados

ABC plantea este domingo a sus lectores el apasionante reto de reflexionar acerca de esta gran aventura que es España

Juntos somos más y mejores que separados josé alfonso

bieito rubido

España vive un momento de extraordinaria dificultad. Parece que el conjunto de los ciudadanos no se percata de las verdaderas dimensiones de la crisis o que sencillamente se evita abrir los ojos: comprobar a nuestro alrededor que la realidad supera en mucho a la simulación que los propios medios de comunicación reflejamos. O no sabemos contar bien la situación, o incluso haya a quien no le compense hacerlo. De todo habrá. Pero es hora de hablar claro. La situación económica de nuestro país, indiscutible herencia de los últimos años, alcanza el nivel de extrema gravedad. Se une a esto el desquiciado desafío de los nacionalismos periféricos de Cataluña y el País Vasco. Y, entre todos, se dibuja un cuadro que nos devuelve a otro 98, a aquella gran depresión colectiva en la que se sumió España a finales del XIX.

Es tarea imprescindible contribuir a subrayar y alimentar cuanto nos acerca y nos hace semejantes. Y pongámoslo en valor sin complejos. Sin temor al sectarismo. Sin achatarnos frente a quienes desde la minoría se hacen grandes con nuestro silencio. Porque pocas ideas mas progresistas hay hoy en día en España. Se trata de un acto de compromiso por una regeneración profunda de la sociedad española, sin la cual nos asomaremos al abismo al que aboca en esta hora frágil la cobardía de no reconocer que nuestra Patria está amenazada. Otra vez. En España, la Historia se repite . Quizá porque no se aprende. Son muchos los que la ignoran, incluso desde sus puestos de máxima responsabilidad. También los hay que la falsifican.

Para no caer, con variantes, en los errores de la Historia nuestra, convengamos en la necesidad de alimentar esa mayoría de razones que nos unen. Lo que podría ser un consejo se convierte en necesidad en el contexto crítico que vivimos. Por eso, sorprende la frivolidad que una parte de la derecha sociológica está exhibiendo para descalificar la profunda tarea reformista que Mariano Rajoy ha puesto en marcha en tiempo récord desde que gobierna. Como no deja de ser bochornoso el desparpajo impúdico con que la izquierda rechaza las medidas orientadas a restañar todas las heridas que ha dejado su tiempo al frente del país. Unos y otros deberían saber que la alternativa a todo esto puede llamarse intervención económica. Y suena ciertamente mal: supondría empobrecer de por vida a una o dos generaciones de españoles. O bien abandonar el euro, que se traduciría en regresar al siglo XIX. A esto conduce la insensatez y el optimismo suicida. Tal vez se le deba exigir al actual Gobierno de España que acelere los cambios y ponga más empeño en su necesaria actividad reformadora, al mismo tiempo que debe proyectar esa imagen de país solvente a aquellos foros internacionales donde se cuestiona nuestra posición y seriedad.

La musa del escarmiento

De tiempo atrás, formamos los españoles una sociedad poco comprometida. Débil. Al primer contratiempo o catarro, nos lanzamos a protestar en lugar de articular soluciones. A pedir auxilio al todopoderoso Estado en vez de aprovechar las oportunidades que conlleva toda adversidad. En ese ambiente, prolifera la demagogia como hongos en otoño . Un lenguaje que domina con soltura una izquierda irresponsable incluso con su propio ideario histórico, dedicada más a la proclama que a la acción a favor del bien común. Somos una ciudadanía endeble. La bonanza ficticia de los últimos años nos ha debilitado y hoy no estamos educados para convertir las dificultades en retos y en superación personal y colectiva.

En una intervención en Barcelona, en julio de 1938, Azaña pedía «sacar la lección de la adversidad, y de la musa del escarmiento, el mayor bien posible». Hagamos nuestra aquella arenga y miremos hacia todo aquello que nos ayuda a ser un país de ciudadanos libres, todos iguales ante la ley, al margen de extracciones sociales u orígenes territoriales. Es lamentable, decepcionante, que la izquierda española haya renunciado a ello y se haya convertido en la mayor cómplice de quienes amenazan la cohesión de este país. Como resulta desazonador que la derecha crea que todo se puede resolver sin sacrificios ni esfuerzos. A la realidad no se la engaña.

Frente a los desafíos secesionistas, señalemos el común denominador, la unidad que perfectamente puede convivir con el rico mestizaje del discurrir de lo siglos. Contribuyamos a reforzar los datos y los hechos que nos asemejan a todos. Por sentido de la doble pertenencia y por sentido común, por la libertad, por el futuro, por consejo del más elemental pragmatismo. No volvamos a caer en la desgracia e incompetencia de negar a España la condición de enorme país que le corresponde, incluso cuando se siente más amenazada por las circunstancias y más vulnerable a los espasmos de los mercados. España conforma un continente en pequeño . Encierra un universo diminuto dotado de todo aquello que caracteriza al Universo: la unidad en la diversidad. Lo Uno en lo vario. Tanto en la cultura como en la naturaleza, la diversidad es factor de riqueza, estabilidad y equilibrio. Una diversidad no destructiva ni exclusiva. Enumerar aquí las potencialidades de una España moderna excedería los límites de estas páginas

De nuevo, ABC plantea a sus lectores el apasionante reto de reflexionar acerca de esta gran aventura que es España, cuya biografía nace en Altamira, hace tantos miles de años, y se acerca a un nuevo tiempo instalada en la perplejidad de la velocidad de los cambios y las mutaciones de la sociedad moderna. Queremos y nos honra que ABC siga siendo el refugio de la reflexión , del pensamiento, de la sensatez y la mesura, de la ciencia y la cultura, de la reafirmación de los valores consustanciales a la dignidad del hombre, de la defensa de lo que es y significa España, y de la consolidación y puesta en valor de lo que nos une. Que es muchísimo más que lo que nos separa. Y la única fuerza capaz de superar a la mayor adversidad. Lo demuestra la Historia.

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