barcelona al día
Habla la chancleta, canta el pinrel
Y al ver la chancleta de Fernández en la mano, uno se pregunta si no es más agresiva aún en su lugar natural, el pinrel, o en todo caso mientras está en ese lugar tan natural que es el Parlament
TAL vez se deba al siglo largo en el que el cine nos ha ido modelando maneras y nos ha sugerido modos nuevos de expresión, de expresarnos, de manifestarnos, de ser..., pero el caso es que el gesto, la postura, el aire son ya tanto o más reveladores del alguien que llevamos dentro como los argumentos o los actos que lo acompañen. O dicho de otro modo: nadie se acodaría en una barra para beberse el whisky como lo hace si antes no hubiera visto tantas películas de Bogart. El gesto no sólo nos precede, sino que nos explica, nos demuestra. Y hasta tal punto que, en ocasiones, un gesto nos deja ya tan revelados que le quita importancia a lo esencial.
El gesto de estos últimos días ha sido el de David Fernández, el diputado del CUP, enarbolando su chancleta ante las narices de Rodrigo Rato, y ahí nos hemos quedado prendados todos, en el gesto de levantar en alto la chancleta, y nos hemos olvidado de lo esencial de ese asunto: esa chancleta marroncilla en diversos tonos o aguas, con la suela levemente abarcada hacia arriba, adornada con un par de hebillas muleras y un buen respiradero delante por el que, una vez puesta en su lugar, han de asomar al menos cuatro buenos dedos del pie.
Y al ver la chancleta de Fernández en la mano, uno se pregunta si no es más agresiva aún en su lugar natural, el pinrel, o en todo caso mientras está en ese lugar tan natural que es el Parlament. ¿Se puede ir a trabajar al Parlament en chancletas con los dedos fuera?, ¿no hay siquiera un ordenamiento que obligue o que al menos aconseje a los representantes del pueblo catalán a llevar los dedos del pie a buen recaudo mientras esgrimen su oratoria?... ¿Qué películas ha visto Fernández para asumir ese gesto tan noble de levantar la mano con una chancleta en ella?... Desde luego, las de Bogart no. En ese momento, el que había visto el cine de Bogart y hasta el de Clint Eastwood era Rodrigo Rato, y por eso supo manifestarse con un gesto rotundamente cinematográfico cuando le contestó a la ridícula pregunta de Fernández de si tenía miedo con un seco, revelador y temible: «¿miedo?..., ¿a quién, a usted?». Fiuuuu..., yo que Fernández me iría haciendo unos buenos zapatos a medida.
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