tribuna abierta
Estrategas de Reader’s Digest
Sin ir más lejos y ante el pasmo de multitud de socialistas y progresistas catalanes hemos asistido esta semana a uno de esos definitivos hachazos a un federalismo al que cada vez se le aleja más de la centralidad
Josep Pla se preguntaba en su fantástico dietario "El quadern gris", acerca de un fenómeno de su etapa estudiantil a su juicio bastante inexplicable, la de una disciplina bautizada de una manera como mínimo curiosa: Lógica fundamental. Cavilaba el genio de Palafrugell sobre el porqué del «fundamental» adjetivo cuando llegó a la conclusión de que seguramente se trataba de vanalizar, de hacer más digestiva una complicada verdad reduciéndola intelectualmente a meros silogismos. Reduccionismo que a mi juicio es uno de los riesgos que corre el actual proceso político en Cataluña.
Desde casi todos los posicionamientos . Incluido el mio propio, el de un federalismo al que abrazo desde una cierta iconoclasia sobrevenida precisamente por ese frívolo e imperante esquematismo intelectual. Un federalismo frontista, sin interlocutores ni retóricas seductoras y que acaba casi reducido a un mutualismo trasnochado y fácilmente encajable en un panfleto digno del Reader’s Digest.
Y qué decir de un soberanismo que acaba caricaturescamente jibarizado en una amenazante declaración unilateral de independencia. Particularmente , aún me estoy planteando si hice bien cuando a los dieciséis años me declaré unilateralmente independiente.
Un federalismo hermenéuticamente imposible. Un Hermes sin interlocución más allá del Ebro. Un federalismo sin posibilidad alguna de reescribir, si no homogeneiza 234 diputados, en las constitucionalistas tablas de Moisés. Un federalismo desideologizado que acaba priorizando el eje nacional al social.
Sin ir más lejos y ante el pasmo de multitud de socialistas y progresistas catalanes hemos asistido esta semana a uno de esos definitivos hachazos a un federalismo al que cada vez se le aleja más de la centralidad. Un reconocido en el tiempo y en el espacio socialista , sentenciaba esta semana a título personal: ‘Antes federalista que socialista’ a la vez que me preguntaba en duda creo razonable a que partido pertenecería, por ejemplo, en Italia con un Bossi y un Berlusconi fervientes defensores del federalismo. Las derivadas de esa desafortunada sentencia son tantas que darían para un memorial de greuges del federalismo. Todo muy previsible desde una lógica funcionalista. Siempre me quedará la esperanza y el consuelo de que esa sentencia se haya realizado a «título personal».
Porque realmente lo grave seria acabar avalando desde posicionamientos progresistas un injusto status quo , casi cruel en la actual coyuntura, que lo que demanda es más socialismo y no un federalismo de fontanería. Que reclama , en palabras de Zygmunt Bauman, «menos previsibilidad, menos sentido común burgués, menos programas electorales en los que la izquierda le dice a la derecha: qualquier cosa que hagas nosotros la haremos mejor». En ese sentido, me he puesto a temblar cuando he visto que tanto el Financial Times como The Economist han guiñado a la llamada vía federal catalana. Tal vez ha llegado la hora desde la socialdemocracia de cambiar de estrategia. O de estrategas.
Jordi del Río es periodista.
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