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punto de fuga

Artur Mas sin máscara

Va a resultar que la independencia era un «mcguffin»; y Junqueras, el hombre del saco para asustar a los niños

josé garcía domínguez

Quién sabe, acaso resulte aún más venusino que marciano, porque lo de orientarse con los mapas parece que no va con el presidente de le Generalitat. Había planeado el hombre un viaje a Ítaca en un tranquilo crucero y ahí lo tienen, perdido en el negro laberinto del Minotauro. Aunque lo suyo no deje de constituir la crónica de una frustración anunciada. La enésima para los sufridos independentistas de piedra picada. Como las mayonesas de bote, el pacto de Artur Mas con los irredentos pardillos de Junqueras llevaba impresa la fecha de caducidad en la etiqueta: 2014. Lo dijo el clásico: lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible. Si Mas cumpliese la palabra dada a la Esquerra –en ausencia, ¡ay!, de notario– quedaría inhabilitado por la Justicia para ejercer cargo público en aplicación de lo establecido en sentencia del Constitucional sobre su cuate Ibarretxe. Y si no la cumpliera, como va a ser el caso, solo aferrándose a un par de muletas españolistas, ora a la del PSC, ora a la del PP, podrá continuar su viaje a ninguna parte sin apearse del coche oficial.

Va a resultar que la independencia era un “mcguffin”; y Junqueras, el hombre del saco para asustar a los niños. Porque lo que de verdad ansía CiU no anda muy lejos de aquel Estado bicéfalo con que fantaseara Prat de la Riba hace más de un siglo. Así las cosas, una vez clausurado el circo secesionista, CiU pondrá sobre la mesa una propuesta para acabar con el café para todos, su anhelo de siempre. Se trataría de construir un nuevo Estado, asimétrico “of course”, con solo cuatro territorios autónomos (los tres “históricos” más Andalucía). Esto es, un proyecto de demolición controlada del edificio constitucional que sí puedan suscribir tanto el PSC como el socialismo hispano. Llevan jugando al póquer del mentiroso mucho, demasiado tiempo. Ya va siendo hora de que, por fin, empiecen a enseñar sus cartas.

Artur Mas sin máscara

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