Los aliados

Es verdad que ERC no aprueba los Presupuestos de CiU, pero, por otra parte, CiU incumple las fechas de la hojarruta que pergeñó con ERC. Y así será salvo que antes de tres semanas satisfaga Mas dos condiciones: primera, que se saque de la manga de su túnica de Moisés (la manga del brazo largo de los carteles) una pregunta concreta para su consulta; segunda, que realice formal y fehacientemente su propuesta referendaria, plebiscitaria, consultante o preguntona al gobierno de España.

No sé si para refrendar lo referendario deberá aportar Mas a Junqueras copia sellada en registro de Presidencia, previo pago de tasas a Montoro, si le bastará con la palabra de su aliado (»Oye, que ya he visto a Mariano en privado y le he comentado el tema y tal»), o si el republicano dará por buenas las filtraciones que, con gusto, volveré a vehicular.

Malpensados y maledicentes andan señalando con el dedo las grietas de la coyunda nacionalista. Dicen que CiU y Esquerra ignoran el principio Pacta sunt servanda. Pero no importa; lo suyo es un arrebato histórico, caramba. ¡Mejor ignorar! -pensaría yo también, para luego recitar a Vicent Andrés Estellés: «Ignorem el Petrarca i ignorem moltes coses...» Pero volvamos a los aliados. Ustedes no han entendido que estamos ante un pulso estratégico comparable a la disuasión nuclear de la Guerra Fría. Va acercándose San Juan; al eco de los petardos puede seguir una voz profunda, telúrica, escalofriante, inquiriendo: «¿Desea usted que Cataluña sea un Estado independiente?» O así. Pero también puede seguir un silencio que hiera los tímpanos nacionalistas. «¿Jugamos o rompemos la baraja?» -se están diciendo Mas y Junqueras en silencio. «No te apruebo el presupuesto.» «Pues te quedas sin consulta». Y así todo el rato, en plan preasolescente. Espero con candelitas, digo con ansia, que llegue la hora de la verdad, el primero de julio, para ver si hay ganador en ese frente partío, o bien hay destrucción mutua asegurada.