Comedia

La reciente encuesta del CIS -y otras- no augura nada bueno para el independentismo catalán. A la vista del resultado -un tercio de los ciudadanos catalanes se muestra partidario de la independencia de Cataluña-, el nacionalismo afirma que uno de cada tres catalanes cree que Cataluña debería ser independiente. El mensaje es otro: dos de cada tres -autonomistas, federalistas y regionalistas- no creen que Cataluña deba ser independiente. Cabe decir que los datos de la encuesta están recogidos durante los meses de septiembre y octubre de 2012, cuando la ola independentista estaba en fase de pleamar.

En términos políticos, la encuesta constata el doble error estratégico de Artur Mas. En primer lugar, el President creyó que el pasado 11-S el «pueblo» de Cataluña se echó a la calle a favor de la independencia. En segundo lugar -consecuencia de lo dicho-, el President se subió a la ola, convocó elecciones e inició su particular fuga de la realidad. Y ahí -a pesar del batacazo electoral- parece estar todavía.

Por un lado, la encuesta; por otro, el fracaso de la cumbre del derecho a decidir. Más: el PSC denuncia el plan independentista y el Constitucional suspende la Declaración de Soberanía. ¿Qué puede ocurrir? Hipótesis: quizá el President intente retardar el proceso soberanista antes de que descarrile definitivamente gracias a la falta de apoyo social, político y legal. ¿Por qué empeñarse en un fracaso del que ERC sacaría tajada electoral en detrimento de CiU? ¿Que el aplazamiento también supone dar bazas a ERC? Cierto. Pero, la pérdida sería menor.

Mientras tanto, el President -cuestión de imagen- marearía la perdiz con las estructuras de Estado. La crisis y la dificultad de aprobar los presupuestos, así como la situación de quiebra de la Generalitat, brindarían la excusa para aplazar la consulta. Preguntas: ¿Cuánto durará la comedia? ¿Qué rédito - fiscal , por ejemplo- obtendría CiU del aplazamiento? El reto soberanista, ¿cuándo y con qué exigencias se plantearía de nuevo?