Matas nunca creyó que acabaría en la cárcel
El expresidente entra en prisión para cumplir su primera condena judicial en firme

El expresidente balear Jaume Matas (Palma, 1956) siempre ha sido una persona educada, y lo ha sido además de manera natural y sin afectación, algo que se ha podido ver en estos últimos meses de manera especial, cuando se han sucedido los reveses judiciales y pese a ello no ha perdido ni la afabilidad ni esa sonrisa que le es tan característica. La salud tampoco le ha acompañado en estos últimos meses, por ejemplo con una reciente operación en el oído, pero uno diría que igualmente eso no ha conseguido hacer mella en su carácter.
Si se le llamaba por teléfono y en ese momento no podía contestar, acababa devolviendo invariablemente la llamada. Si se le enviaba un mensaje a través del móvil o del correo electrónico, el remitente nunca quedaba sin respuesta. Así ocurrió también el pasado viernes, festividad de San Jaime, cuando Matas recibió, seguramente con una mezcla de tristeza y de alegría, las felicitaciones que le fueron enviando familiares, antiguos compañeros del PP y amigos.
Matas siempre ha defendido de manera vehemente su inocencia, pero no hay que olvidar que además de una primera condena judicial en firme de nueve meses y un día de cárcel por tráfico de influencias, por la que ahora ha ingresado en el Centro Penitenciario de Segovia, pesa sobre el antiguo dirigente popular otra condena -todavía no firme- por cohecho, con una sanción de 9.000 euros. Ambas penas le han sido impuestas en el marco del «caso Palma Arena», en donde Matas se encuentra imputado además en otras piezas separadas, incluido el «caso Nóos».
Horas antes de que Matas ingresase en el Centro Penitenciario de Segovia, su actual abogada, Pilar Gómez Pavón, había confirmado que su cliente no solicitaría una prórroga para intentar aplazar su inminente ingreso en prisión . «No vamos a hacer nada más, va a ingresar y ya está», había señalado al canal autonómico IB3. Gómez Pavón había añadido que «lo normal es pedir prórroga, de 15 días, para arreglar asuntos, pero no se va a hacer». La letrada también había reconocido, al mismo tiempo, que el antiguo mandatario popular no se encontraba bien de ánimo. «Alguien que va a entrar en prisión no puede estar contento ni feliz», dijo.
Cuando hace cinco años empezaron en Baleares la mayor parte de investigaciones relacionadas con casos de presunta corrupción, muy pocas personas creían que, por ejemplo, un día acabarían entrando en la cárcel la expresidenta del Consell de Mallorca y de Unió Mallorquina, Maria Antònia Munar, o el expresidente del Ejecutivo autonómico, Jaume Matas, entre otras personas. La exdirigente nacionalista ingresó en prisión hace un año y ahora acaba de hacerlo quien fue también ministro español de Medio Ambiente.
La Justicia ha cumplido finalmente su papel, algo de lo que sin duda sólo cabe alegrarse, pero también es verdad que en el tribunal de los afectos ciudadanos, siempre tan variable y voluble, Munar no despertó nunca ninguna simpatía, ni siquiera entre sus seguidores, mientras que Matas era una persona que caía bien, incluso a quienes no le votaban. Seguramente, ese afecto no le servirá hoy de excesivo consuelo a Matas, pero quizás haya contribuido a que durante todos los meses pasados se haya podido mantener, pese a todo, su carácter tranquilo y afable.
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