Gibraltar en el exilio
El municipio se plantea celebrar un referéndum para recordar que «el verdadero Peñón» reside en estepueblo gaditano, que fue fundado como ciudad en el exilio por la población que habíasido expulsada de la Roca en 1704 por la fuerza de las armas

En agosto de 1704 la población de Gibraltar se vio obligada a salir del Peñón tras la toma de la Plaza por una fuerza anglo-holandesa abrumadoramente superior a la guarnición que la defendía. La población desplazada por aquel hecho de armas se instaló junto a la vecina ermita de San Roque, donde recibió del Rey Felipe V el título de «Gibraltar en su Campo» para dejar constancia de su naturaleza de «ciudad en el exilio». Desde entonces aquellos españoles han tenido el celo de conservar la bandera, la memoria y el patrimonio histórico del Peñón, para que no se olvide que San Roque es el Gibraltar español de una población expulsada de sus hogares por una guerra librada por las potencias europeas en el territorio de nuestro país. Como comprobará el visitante que se acerque a ese bonito pueblo, lo primero que se avista del mismo es el cartel que dice: «Bienvenidos a San Roque, donde reside el de Gibraltar».
Memoria histórica
Viene a cuento este recordatorio de que el pueblo de San Roque se plantea proponer a las autoridades españolas la celebración de un referéndum -precisamente en coincidencia con el convocado para el 7 de noviembre por la Colonia británica del Peñón- con el objetivo de defender su memoria histórica y vindicar que existe otro Gibraltar: el Gibraltar español preservado en San Roque por los descendientes de aquella población exiliada. «Nuestro interés no es regresar a Gibraltar ni poner el pendón en lo alto de la Roca, sino llamar la atención de que existe una población desplazada, que quiere hacerse oír tal y como ya se hizo oír en 1964, cuando intervino ante la ONU», afirmó ayer Antonio Pérez Girón, cronista oficial de San Roque y representante del «foro ciudadano» creado en el pueblo para recordar que, aparte de las vindicaciones de los «llanitos», también existe otro Gibraltar: el de los perdedores de la historia, el de los descendientes de los exiliados por la guerra que dio origen a este eterno contencioso.
Las palabras de Pérez Girón, pronunciadas en el seminario «Gibraltar, más allá del contencioso», organizado por la Universidad Rey Juan Carlos en Altea, no hicieron mucha gracia al ministro de Educación del Peñón, Bernard Linares, que se quejó amargamente de que se introdujera la discordia en unas jornadas de las que él hubiera querido desterrar todo rastro de polémica. Aunque para atmósfera bucólica, la que se prepara para el referéndum del 7 de noviembre, en el que no hay debate ni controversia, ya que en el actual clima de exaltación nacionalista de Gibraltar se calcula que al menos un 90 por ciento de los votantes se pronunciará contra el acuerdo de co-soberanía que intentan negociar España y el Reino Unido. Y si alguna personalidad del Peñón disiente de la oportunidad del referéndum, buen cuidado tiene de no exponer en voz muy alta sus opiniones para no quemarse en el hervor de estos días.
Lo curioso es que, en este esfuerzo por encender el patriotismo gibraltareño, las autoridades del Peñón se han apropiado de símbolos que, materialmente, se encuentran en manos del pueblo de San Roque, como la bandera o pendón de Gibraltar, otorgado a la Plaza por los Reyes Católicos en 1502. Aún conservan los sanroqueños la tradición de tremolar el pendón de Gibraltar en la proclamación de cada nuevo Rey de España; la última vez, en honor de Don Juan Carlos. Lo que obviamente tampoco gusta mucho a los representantes del Peñón, que aún consideran un insulto a su dignidad que un sanroqueño exhiba en la solapa el escudo de Gibraltar. Puede dar fe de ello Pérez Girón, que vio cómo los «llanitos» no querían ni compartir el desayuno en su presencia mientras tuviera aquella insignia que les espantaba como la cruz al diablo.
Pendón y pergamino
Para su tormento, en poder de San Roque está no sólo el pendón, sino también el pergamino original en el que los Reyes Católicos conceden bandera y escudo a la Plaza. Al igual que en manos sanroqueñas se encuentran también el valiosísimo Archivo Parroquial de Santa María Coronada, en el que se conserva la memoria gibraltareña previa a su colonización británica, y toda la preciosa imaginería sagrada que se custodiaba en el Peñón antes de la llegada de los ingleses. De aquellos días de huida forzosa aún se recuerda cómo pudo sacarse de la Plaza la imagen de un San José vistiéndolo a la moda de 1704 y montándolo a caballo como si fuera un exiliado gibraltareño más.
No son reparaciones materiales ni vindicaciones territoriales las que plantea el pueblo de San Roque. Lo que pide es que se reconozca que los perdedores también tienen su sitio en la historia. Y que cuando los «llanitos» claman que Gibraltar es para los gibraltareños, se reconozca que ellos también lo son. Y no por ganas de incordiar, sino porque éste es el origen de un pueblo que no quiere perder su memoria, aunque para ello se vean obligados a pronunciar lo impronunciable en el Peñón: «Gibraltar español».
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