Macarena Olivencia Brugger se puede convertir a partir del próximo domingo en la quinta «primera dama» de la autonomía andaluza, y no hay duda alguna de que, si esto ocurre, incidirá en la línea de discreción y anonimato que siguieron las esposas de Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, los dirigentes socialistas que hasta ahora han ocupado la sede de la Presidencia de la Junta andaluza. Olivencia Brugger ha evitado hasta ahora de forma casi obsesiva cualquier protagonismo en la vida pública de su esposo, manteniéndose escrupulosamente al margen y dedicámdose a su carrera profesional como abogada en uno de los más reputados bufetes de Sevilla y a la educación de sus tres hijos.
Olivencia Brugger, hija de Manuel Olivencia Ruiz y de Hannetraud Brugger, conoció a Javier Arenas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla. Macarena es hija de una de las máximas autoridades del país en Derecho Mercantil, el catedrático Manuel Olivencia, un hombre muy respetado en Sevilla y que siempre ha mantenido desde su independencia política unas excelentes relaciones tanto con la derecha popular como con la izquierda socialista. Olivencia fue designado por Felipe González, antiguo alumno suyo, como comisario de la Expo 92 en un momento de máxima tensión, cuando su antecesor en el cargo, el arquitecto Ricardo Bofill, acababa de dimitir de su cargo y estaba en juego la celebración de la Exposición. Olivencia supo aportar la serenidad necesaria para reconducir la situación y se convirtió en la persona clave para que el evento se celebrara con éxito.
Sólida formación
Cuando el 20 de abril de 1992 se inauguró la muestra, Macarena, la segunda de sus tres hijos, llevaba casada apenas cuatro meses con Javier Arenas, un joven abogado que había despuntado en las filas de la democracia cristiana y que comenzaba a asumir responsabilidades importantes en un Partido Popular que abría una nueva etapa bajo el mando de José María Aznar.
Rubia, ojos azules, con una sólida formación, Macarena Olivencia combina la rigidez alemana —su madre es natural de ese país, lo que le permite dominar a la perfección tal idioma— con un carácter afable, espontáneo y divertido. Pertenece, junto con su padre y su hermano Luis, a la plantilla del bufete Cuatrecasas, Gonçalves Pereira Olivencia-Ballester, y cuenta con una dilatada experiencia en tramitación de procedimientos contencioso-administrativos, recursos administrativos y expedientes sancionadores y con especialización en asuntos relacionados con el urbanismo y la tramitación de procedimientos de resolución de contratos administrativos de gestión del servicio público de limpieza y de recogida de residuos sólidos urbanos.
Amante de la música y de las artes, poco amiga de los actos sociales y de la vida pública, Macarena Olivencia ha vivido amargas experiencias como consecuencia de las responsabilidades políticas de su esposo. Particularmente desagradable fue el incidente registrado el pasado mes de mayo cuando, en plena campaña de las elecciones municipales, recibió una notificación de la Agencia Tributaria en la que, tras pedir los borradores para la declaración de la renta, se le informaba de su fallecimiento y del de su esposo, lo que motivó que ambos presentasen una denuncia ante los tribunales.
