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El lugarteniente de Belhadj asegura que su jefe no tiene nada que ver con el 11-M

Saad Alesawi, que compartió celda en Abu Salim con el líder militar, pone «la mano en el fuego por su jefe» y dice que ya se lo explicaron al CNI

El lugarteniente de Belhadj asegura que su jefe no tiene nada que ver con el 11-M MIKEL AYESTARAN

MIKEL AYESTARAN

«Pongo mi mano en el fuego por él, es nuestro comandante y una de las personas que lleva más tiempo en la lucha contra el régimen. No tiene nada que ver con los atentados de Madrid ». Naji Saad Alesawi (Bengasi, 1972) es el máximo responsable de las brigadas rebeldes de Trípoli, las últimas que quedan en las calles tras la progresiva salida de las que llegaron de Zintan, Misrata o Zawiya. Su oficina depende directamente del mando central que dirige Abdul Hakim Belhajd, ex emir del Grupo de Combatientes Islámico Libio (LIFG, por sus siglas en inglés) y al que un informe de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) relaciona con los atentados del 11-M.

Alesawi estuvo a las órdenes de Abu Abdulá Sadeq —nombre en los círculos islamistas del actual comandante rebelde— en los noventa y más tarde compartieron celda en Abu Salim hasta que en 2010 se beneficiaron de una amnistía que el régimen concedió a los «islamistas rehabilitados», recuerda sin contener una media sonrisa. Durante este tiempo en prisión confirma «los interrogatorios por parte de agentes de inteligencia extranjeros», tal y como declaró el domingo a ABC el propio Belhajd en referencia a su confesión a agentes enviados por España que le interrogaron sobre el 11-M, «donde todo quedó claro». Los presuntos vínculos con Al Qaida han convertido a Belhajd en el hombre del momento en Trípoli y en lugar de explicar la marcha de la caza de Muamar Gadafi se ve obligado a aclarar su pasado y denunciar las torturas sufridas por parte de la CIA y el régimen libio durante su condena de seis años en la prisión de Abu Salim.

Los antiguos cabecillas del LIFG ocupan ahora posiciones de mando y niegan de forma tajante cualquier implicación de su líder con Al Qaida (AQ) y actividades en países extranjeros, más allá de la yihad en Afganistán. «Somos nacionalistas y nuestra lucha es en Libia, es Muamar Gadafi quien ha logrado manipular la realidad para vendernos ante la opinión pública como miembros de AQ. No conozco a ninguno, y si lo viera no dudaría en detenerlo porque en Libia no hay sitio para ellos », repite una y otra vez Alesawi mientras juguetea con su pistola. Tras leer la traducción al árabe del informe de la UCIE, y que fue publicado por ABC el 1 de agosto de 2005, no puede ocultar su sorpresa al ver que el documento habla de una «extradición a Libia desde China» y de «arresto domiciliario en abril de 2004», cuando «el emir vino directamente desde Kuala Lumpur a la prisión de Abu Salim, lo sé muy bien porque yo estaba allí».

Petición de asilo en España

Alesawi salió por primera vez de Libia en 2006 y su destino fue España. Acababa de cumplir dos años de condena en Abu Salim por «actividades antirrevolucionarias y vinculación a grupos islamista» y tras hacer escala en Marruecos llegó a Algeciras en barco. Inmediatamente pidió asilo político a las autoridades españolas, pero la respuesta negativa y diferentes temas familiares le obligaron a regresar en 2007. Nada más pisar suelo libio volvió a ser llevado a prisión donde « permanecí varios meses aislado y fui torturado de forma sistemática . La comunidad internacional debería preocuparse de investigar estos malos tratos y condenarlos, no de hacer caso a la propaganda de Gadafi que desde el primer día trata de vincularnos con grupos extremistas».

Su caso es el de miles de libios de su generación a los que la yihad contra la URSS en Afganistán les tocó a temprana edad y por eso no participaron en la guerra santa. Tampoco luchó en Irak porque su único objetivo era el cambio de régimen en Libia. « Ir a la yihad era más una vía de escape que un tema de fe , aquí no se podía dar un paso porque en cuanto sabían que estabas contra el régimen te encarcelaban sin necesidad de hacerte un juicio o permitirte ver a un abogado», denuncia el responsable de las brigadas de milicianos de la capital.

Riesgo de atentados

La base de Alesawi se encuentra en el barrio de Gargaresh, alejada del centro urbano. Allí van reuniendo parte de las armas que la población civil cogió de los arsenales de Gadafi y ahora ponen en manos de las nuevas autoridades. Un grupo de milicianos barbudos y uniformados custodian el lugar y se encargan de llevar las armas a otro lugar donde se está realizando un recuento. «La situación permanece estable, pero aún quedan muchos seguidores de Gadafi por capturar» , apunta Alesawi que alerta de que «el mayor peligro es el riesgo de atentados por medio de coches bomba, tenemos información sobre sus intenciones y esperamos actuar rápido para evitar una masacre». Los miembros del Consejo Nacional Transitorio siguen llegando a Trípoli y la próxima semana se espera que Mustafá Abdul Jalil, ex ministro de Justicia y máximo líder rebelde, regrese a la capital, un momento de máxima tensión para unas nuevas fuerzas de seguridad que trabajan contra reloj.

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