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ABC Cultural

Español universal

césar antonio molina

Jorge Semprún es uno de los testigos excepcionales de la historia europea del siglo XX, porque vivió en carne propia —y luego lo supo contar a través de sus obras literarias y guiones de cine— la parte más dura y compleja del siglo, la que va desde nuestra Guerra Civil, que sufrió siendo niño, y la II Guerra Mundial al periodo de la Guerra Fría y el gulag. Conocía muy bien ese terror y lo supo contar como pocos. ¿Surgieron de la oscura vivencia del campo de exterminio su vocación literaria y su compromiso? Él me contaba que si no hubiera vivido las cosas terribles que le tocó vivir probablemente no habría escrito jamás. Pero yo creo que ante todo era un escritor.

Gran intelectual y testigo, Semprún fue una persona que denunció la injusticia allá donde estuviera y aclaró muchos conceptos en un momento en el que no estaba bien visto que alguien de izquierdas denunciara el mundo soviético. El tiempo acabó dándole tristemente la razón.

Triunfó en Francia y Europa, se codeó con los grandes escritores y cineastas europeos. Es un español universal por mucho que escribiera gran parte de su obra en francés (algo que por otra parte hicieron Larrea y otros). Nunca dejó de ser español, su carácter y la manera de darle sentido a la vida y al existir.

Pierdo un amigo de muchos años y un maestro del que aprendí mucho. En París siempre fue muy generoso conmigo. Cuando fue ministro de Cultura mantuvimos bastante contacto y cuando yo opté al mismo puesto me ayudó con valiosos consejos. Con él hablé largo y tendido el día que cesé. Creo que su desaparición debe hacernos meditar sobre su obra, una muestra del resultado de nuestra guerra civil y el exilio.

Él no necesitaba para nada ser ministro de Cultura de España. Le dio prestigio al cargo. Pero el país era reticente con él y no se le trató todo lo bien que merecía. Se encontró con un país rudo y poco complaciente. Aunque la cultura ha cambiado mucho desde entonces, él fue el primero que trató de hacer entender que la cultura era fundamental para que España tenga presencia en el mundo.

Como Primo Levi, superó la angustia del campo de exterminio en sus escritos. Su apuesta fue pensar que el ser humano no es malvado, que la balanza de cosas buenas es superior. Levi y muchos otros no soportaron el peso y acabaron suicidándose. Semprún era más joven y eso lo ayudó porque lo vivió de manera distinta. Tenía que contarlo, narrarlo y seguir luchando: ese era su compromiso vital. Pero el tiempo es indestructible y acaba con las personas de espíritu más fuerte y recio, forjado en hierro, como lo era él.

CÉSAR ANTONIO MOLINA ES ESCRITOR Y EX MINISTRO DE CULTURA

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