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Cumbre de cinco campeones

Alonso, Schumacher, Hamilton, Vettel y Button dirimen el Mundial con más ganadores de la historia

Cumbre de cinco campeones REUTERS

JOSÉ CARLOS J. CARABIAS

Al otro lado del mundo se han juntado cinco campeones mundiales de Fórmula 1 en la misma pasarela de garajes. Es la mayor concentración de la historia, síntoma de la buena salud de este deporte, espectáculo, negocio o lo que sea en las hábiles manos de Bernie Ecclestone. Fernando Alonso, Michael Schumacher, Lewis Hamilton, Jenson Button y Sebastian Vettel proponen una escalera de color para una competición que resiste a todos los vaivenes con una sonrisa entre los labios y la mano abierta para la recaudación. Cualquier otro deporte se hubiera tambaleado con un presidente de la FIA pillado in fraganti en una orgía nazi a través de una cámara oculta, un piloto que se estrella conscientemente para beneficiar a su equipo, empleados que trafican con los secretos de sus escuderías... No así la Fórmula 1, inmune a cualquier maremoto.

El asunto no es inédito, pero sí extraordinario. En 1968 ya se citaron en el punto de partida en Kyalami (Suráfrica) cinco campeones del mundo , cinco históricos de las hemerotecas de la Fórmula 1: Jack Brabham, John Surtees, Denny Hulme, Jim Clark y Graham Hill. En Australia, el paraíso celestial de Melbourne, en el campeonato que arrancó de madrugada se han reunido, como en el chiste, dos alemanes, dos ingleses y un español.

Mezcla variopinta

Cada uno proviene de una historia, lenguas y culturas diferentes, trayectorias sin simetría en el deporte, pero mimetizados en un espejo. Son campeones. Schumacher es el más viejo de la historia y Vettel, el más joven. Hamilton y Button comparten la educación inglesa, la cultura anglófila de la Fórmula 1 y el mismo equipo, McLaren, bastión del mundo británico. Alonso no es similar a nadie. Fue pionero de un deporte semi-clandestino en España con sus dos títulos (2005 y 2006, a bordo del incomparable Renault azul).

Los cinco reparten su talento en cuatro factorías que, por presupuesto, pujanza, estructura empresarial y medios, deben dominar el Mundial. Ya lo hicieron el año pasado. Y apuntan, sin duda, a polarizar parrillas de salida y podios.

Son cuatro, pero uno marca la pauta: Red Bull. Al decir de los sabios, el secreto de la F-1 reside hoy en la aerodinámica, en la capacidad de convertir al viento en aliado de los coches, y no tanto en la potencia de los motores. Por ahí Red Bull ha levantado un imperio.

La factoría austro-británica disfruta de una posición hegemónica en la Fórmula 1. Capaz de registrar 15 de 19 «poles» posibles la temporada anterior y de tirar por la borda tantas oportunidades de sentenciar el campeonato, se tuvo que jugar la coronación a una moneda. Salió cara por el error fatídico de Ferrari. Pero Red Bull ya había enseñado su debilidad: no supo gestionar el enorme poder de su monoplaza y traducirlo en victorias.

«El mejor nivel»

«El nivel de preparación es el mejor que podríamos haber encontrado en términos de fiabilidad y de entendimiento del coche —comenta Mark Webber, el segundo de la casa—. Todos los departamentos de la escudería han trabajado de forma excepcional. Nunca puedes decir que estamos cerca de la perfección, pero sí que estamos en una posición maravillosa».

Ese es el ánimo que sobrevuela en el nuevo equipo-fetiche. Cierto que es la época de la abundancia en la F-1, el tiempo de las sonrisas y los pronósticos fáciles, pero por el paddock funciona el sobreentendido que Red Bull ha descubierto la piedra Rosetta de la aerodinámica de la mano de Newey.

Fernando Alonso mantiene una relación laboral frente al racimo de campeones y sólo con Mark Webber ha establecido una cierta sintonía personal que trasciende a su trabajo. El español y Michael Schumacher nunca se han procesado devoción. Todo lo contrario. Chocaron en 2006, con el título en juego, y esa vía de afecto nunca se recuperó. Respeto profesional y al palmarés de cada cual, pero cada uno en su casa. Mercedes, con el viejo profesor y Ross Brawn al mando del intelecto grupal, ha crecido este año y el alemán, siete veces campeón, puede recuperar el pulso esta primavera.

Con Lewis Hamilton es conocida la rivalidad de Alonso, mucho menor de lo que se expone en los altavoces de los medios. Eso sí, nunca se irán juntos de vacaciones mientras coincidan en las pistas de la F-1, un circo romano lleno de leones y gladiadores. Respecto a Jenson Button , Alonso ha entablado una relación cordial con el británico, un caballero en las formas, incapaz de dejarse llevar por sofocones o arrebatos de cólera.

Sebastian Vettel sí es un deportista caliente. Tiene un carácter similar al de Fernando Alonso y tal vez por eso exista entre ambos un recelo mutuo que impide la cordialidad. Vettel es ambicioso en grado sumo y lo mismo el asturiano.

De ese ramillete de cinco debería salir el próximo campeón del mundo. Tal vez Webber (Red Bull) o Rosberg (Mercedes) o incluso Massa (Ferrari) pudieran inmiscuirse en la discusión, pero no parece probable. El Mundial apunta a otro duelo entre el Red Bull de Vettel y el Ferrari de Alonso, con permiso de los demás.

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