Irlanda acepta que Bruselas y el FMI rescaten también al Estado
El Gobierno creará nuevos impuestos y recortará los gastos, pero se niega a elevar los tributos a las sociedades
El Gobierno irlandés dio finalmente ayer su brazo a torcer y anunció que aceptará un plan de rescate, cuyos términos ha comenzado a negociar en Dublín con enviados de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. «Será un préstamo muy sustancial, de decenas de miles de millones», advirtió el gobernador del Banco Central de Irlanda, Patrick Honohan. La cifra que se baraja extraoficialmente es en torno a los 100.000 millones de euros. No se espera un acuerdo detallado hasta la próxima semana.
El Ejecutivo del primer ministro Brian Cowen hizo saber que preferiría que la fórmula fuera un «fondo de contingencia», que pusiera el dinero a disposición de Dublín, pero del que sólo se retiraran sumas en la medida en que fuera necesario. «Esa sería la salida más deseable», dijo el ministro de Finanzas, Brian Lenihan, durante una larga intervención en el Parlamento.
El Gobierno irlandés también estableció como condición «no negociable» el mantenimiento del bajo impuesto de sociedades, que es del 12,5%. Ese bajo gravamen molesta a otros socios comunitarios, pero es la razón del progreso económico de Irlanda y casi su única vía para la salida de la crisis, según defendió en la Cámara la viceprimera ministra, Mary Coughlan.
Un fondo global
De todos modos Irlanda ya ha tenido que recular en su deseo de que la ayuda fuera directamente a los bancos, o al menos se hiciera un distinción formal entre lo destinado al sector financiero irlandés, que por ahora ha requerido una inyección de dinero público de 45.000 millones, y el destinado propiamente al Estado. Dublín ha debido aceptar que, cuando menos por cuestiones legales, va a tener que aceptar un fondo global.
Los esfuerzos del Gobierno se concentran ahora en limitar la cuantía final con el fin de que el préstamo no sea demasiado oneroso (se supone que a un interés del 5%) y en velar por que las exigencias de tijeretazo presupuestario no vayan más allá de las ya anunciadas. El Ejecutivo presentará a mediados de la próxima semana su plan de reajuste para cuatro años, en los que se prevé una reducción del gasto de 15.000 millones de euros. De éstos, 6.000 millones se recortarán ya en los presupuestos para 2011, que se presentarán el 7 de diciembre. Esa cifra se obtendría con reducción del gasto público en 4.500 millones y un aumento de impuestos del orden de 1.500 millones, básicamente a través de la creación del impuesto de propiedad, ahora inexistente.
Soberanía intacta
La injerencia en el sistema fiscal o la reclamación de sustanciales recortes adicionales fue rechazada por el primer ministro. «No habrá una pérdida de soberanía», aseguró Brian Cowen a sus conciudadanos, cuyo pasado colonial aún está muy presente en la memoria colectiva, lo que constituye una de las razones que explican la resistencia irlandesa a aceptar el rescate.
Por su parte, el ministro de Finanzas insistió en el Parlamento que «todos los depósitos de los bancos continúan salvos y seguros», después de que la Cámara aprobara el día anterior prorrogar otro año la protección que entró en vigor en septiembre de 2008, al comienzo de la crisis.
A pesar de esa aseveración de Lenihan, algunas informaciones apuntan hacia cierto nerviosismo que puede estar motivando la retirada de fondos. Analistas han indicado que en el Banco de Irlanda, entidad privada que ha sido nacionalizada en un 36%, diversos clientes corporativos han procedido a retirar depósitos, si bien los depósitos de clientes minoristas han permanecido estables.
Lenihan justificó la discreción con la que se está negociando con la UE y el FMI, con el fin de no alterar aún más a los mercados. «Pero eso no es estar haciéndolo a espaldas de la gente», advirtió, en el clima electoral que vive el país, ante los comicios del día 25 para cubrir un asiento vacante de la Cámara, que probablemente perderá el Fianna Fail gobernante.
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