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Desahucio para «El Rafita» y su familia

El impago de la exigua cuota mensual, los problemas con la Justicia de él y su familia, unido al centenar de quejas vecinales, causas del desalojo

DE SAN BERNARDO

M. J. ÁLVAREZ

«El Rafita» y su familia se marchan de Alcorcón y no por voluntad propia ni porque los vecinos estén recabando firmas con el fin de que al condenado por el asesinato de Sandra Palo el Ayuntamiento le declare «persona non grata» en el municipio.

Esta semana está previsto que se ejecute la orden de desahucio contra los García-Fernández del piso de protección oficial que habitan desde que fueran realojados hace casi una década, situado en el número 21 de la avenida de Villaviciosa de Alcorcón. Este es el segundo intento en los últimos cuatro meses, y el motivo no es otro que el impago de las exiguas cuotas mensuales que los adjudicatarios tienen que abonar al Instituto de Realojamiento e Integración Social, —organismo de la Consejería de Medioambiente y Vivienda—, que no superan los 40 euros, así como los continuos problemas con la justicia de esta numerosa familia, instalada en la marginalidad y en la delincuencia desde sus orígenes, según han asegurado a ABC fuentes próximas al caso.

A ello se unen el centenar de quejas contra Rafael García Fernández, apodado «El Rafita», y sus allegados por los destrozos y actos vandálicos que han ocasionado en el inmueble que ocupan —propiedad del Ivima—desde que fueran realojados por el Instituto de Realojamiento e Integración Social de la Comunidad de Madrid (IRIS), encargado de integrar y ofrecer una vivienda digna a familias chabolistas.

El desalojo, que se produce por orden judicial, estaba previsto para el pasado mes de junio, pero se retrasó por el recurso que presentaron los afectados. Alegaron un defecto de forma, es decir, que no habían recibido la notificación informativa previa. Además, la persona a la que iba dirigida la orden de ejecución, Manuela Fernández, la matriarca, no se encontraba en el domicilio el día en que se iba a hacer efectiva la orden. Al parecer, puso tierra de por medio, y, en su lugar, se encontraba un familiar con su mujer, embarazadísima, quienes ejercieron a la perfección su papel de víctimas. Todo ello aplazó la ejecución de la orden, que posteriormente se fechó para esta semana. Esta vez el desahucio no es nominativo sino que se aplicará a los inquilinos que se encuentren en ese momento en el piso de Alcorcón.

El IRIS es un departamento especializado en el realojo e integración de las familias chabolistas, a las que ofrece una vivienda digna como primer paso para que se desarrollen en un entorno normalizado, alejado de la exclusión social y tengan la oportunidad de su reeducación. No parece ser el caso de «El Rafita» y su extensa parentela, compuesta por cinco hermanos y sus progenitores.

«El Barrio» es una especie de «Ruedo» por la mala fama de algunos de sus habitantes

A la deuda acumulada por esta familia con el IRIS, que Manuela Fernández, ha intentado subsanar y no se lo han permitido, puesto que el problema no es solo el impago sino además los delitos que cometen, se une el centenar de quejas vecinales que los residentes en los ocho bloques de color blanco de VPO, bautizados como «El Barrio», han presentado al IRIS desde que «El Rafita» y los suyos aterrizaran en el inmueble, procedentes de Leganés, en donde los conflictos que ocasionaron provocaron su primer desalojo.

«El Barrio» es una especie de «Ruedo» por la mala fama de algunos de sus habitantes. «Los “garbanzos negros” atraen a mucha gente y no precisamente recomendable», dicen en ese entorno.

«El garaje, cuartel general» Los actos de vandalismo que han protagonizado en el recinto los García y los numerosos destrozos ocasionados en las zonas comunes han sido las razones de las constantes quejas de sus convecinos a la Comunidad. «El garaje común que comparten los ocho edificios fue, durante un tiempo, el cuartel general de “El Rafita” y los suyos. Ahí hacían de todo. Cuando no tenían dinero robaban objetos del interior de los vehículos para venderlos. Otras veces, rompían, sin más, las lunas para coger un mechero con el que encenderse un porro», indica un vecino.

«Inutilizaban las puertas del aparcamiento para que nadie les interrumpiera, hasta el punto de que no se podían sacar los coches». Pintadas en los portales, rotura de los cristales de las puertas de acceso, de los buzones, telefonillos o llaves de la luz arrancadas de cuajo, conforman parte de la lista que se les atribuye. La situación llegó a tal punto que tuvieron que instalar cámaras de videovigilancia para poner coto a la situación.

Otras de sus acciones es la ocupación de pisos vacíos. «El Rafita» lo intentó con uno el 13 de enero. Así intentó «independizarse» pero su intento se quedó en eso. La Policía Local le desalojó. El pasado martes repitió su acción, ayudado por varios gitanos. Accedieron a la casa —un primero— por el patio interior y, tras ser puestos de patitas en la calle, los bomberos tapiaron las ventanas. Ahora no se sabe cómo reaccionará este clan ante la mudanza forzosa.

«La vamos a liar», ha amenazado uno de sus hermanos. «El Rafita» conoce el desahucio desde hace meses. Este verano, en un nuevo éxodo de los suyos, se quedó solo en el piso, para evitar que otros lo ocuparan. La consejería de Vivienda no respondió ayer a ABC sobre si serán realojados en otra zona o dan por terminadas sus oportunidades. De ser así, podrían volver a la Cañada en donde, dicen, tienen un lujoso chalé.

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