Quien piense que en verano las portadas de las revistas son iguales, se equivoca. En agosto, Vanity Fair nos sorprende con una de las más llamativas de los últimos meses: el nuevo posado de Ana Obregón. Escoltada por dos esculturales jovencitos, y con un bañador blanco, la reina del trikini posa con una amplia sonrisa luciendo tipín.
El reportaje interior tampoco tiene desperdicio: junto a Ana Obregón (con otro trikini); Antonia Dell'Atte, con su hijo Clemente en la playa; y Carmen Martínez Bordiú, más recatada de leopardo, dan su personal perspectiva del verano. Divinas de la muerte.
Y nos dejan algunas auténticas perlas. Ana Obregón confiesa que «he huido de la prensa en el maletero de un coche respirando con pajita». Su archi enemiga durante mucho tiempo, Antonia Dell'Atte, asegura que hace tiempo enterró el hacha de guerra: «No tengo nada contra Ana, pero ya no pinta nada en mi vida. Que sea feliz. Está perdonadísssima».
La tercera diva del artículo, Carmen Martínez-Bordiú, dice que se lleva «bien con los medios y les estoy muy agradecida; tengo negocios y debo procurar que no me olviden».