Este sábado se desvelará el secreto mejor guardado de la boda de Victoria de Suecia: el vestido nupcial. El momento más esperado del enlace será cuando la futura reina de los suecos haga su aparición en la catedral de San Nicolás pasadas las tres de la tarde. Todos los ojos estarán puestos en el diseño con el que la última heredera soltera de la realeza europea dará el si quiero a Daniel Westling. Y entonces surgirán los primeros comentarios y, sobre todo, las primeras comparaciones con los vestidos que lucieron el día de su boda el resto de las princesas europeas.
Mette Marit
Mette Marit sorprendió a todos con un diseño confeccionado por Ove Harder Finseth realizado en crepê de seda color marfil e inspirado en el vestido que lució la reina Maud, bisabuela de Haakon de Noruega. El traje, de manga larga ajustada, discreto escote redondo y escaso vuelo, tenía una larga cola de dos metros. El velo, de seis metros, estaba confeccionado en tul de seda y partía de un cuidado moño adornado por una tiara de diamantes.
Un espectacular juego de gargantilla y pendientes, también de diamantes, regalo de los reyes de Noruega, fueron las únicas joyas que lució Mette Marit.
El ramo era el único elemento que rompía la sencillez y elegancia del vestido de novia. En lugar del tradicional ramo, la princesa de Noruega llevaba una larga guirnalda tranzada con hojas verdes y flores moradas.
Máxima Zorreguieta
Máxima Zorreguieta lució un vestido diseñado por Valentino. Era un traje sencillo y elegante de color blanco marfil. El diseño era de manga larga ajustada, cuellos redondeado, cuerpo liso, una falda de delicada caída y una impresionante cola de cinco metros. El velo, confeccionado en tul de seda con detalles florales, estaba adornado por la misma tiara que lució la reina Beatriz en su boda con el príncipe Claus.
Máxima lució unos pendientes largos, formados por un hilo de diamante terminado en un pequeña bola, y una pulsera de diamantes engarzados en platino.
El ramo estaba compuesto por rosas, gardenias y lirios blancos.
Matilde de Bélgica
El traje de Matilde de Bélgica estaba compuesto por vestido y abrigo. Fue diseñado por el belga Eduard Vermeulen para la firma Natan y estaba confeccionado con crepé de seda. El abrigo, de cuello chimenea, se ajustaba perfectamente a la figura de la princesa mientras que el vestido era de corte sirena. El velo estaba confeccionado en encaje de Bruselas en hilo sobre tul de algodón. En la cabeza, Matilde lució una diadema de brillantes perteneciente al Rey Alberto II y un gran ramo de rosas blancas y hojas verdes.
Mary Donaldson
Mary Donaldson lució un vestido del modisto danés, Uffe Frank en color blanco nacarado. El diseño era de escote redondo, originales mangas, falda de amplio vuelo y una largísima. El velo estaba confeccionado con encaje irlandés bordado y cubría un sencillo moño sobre el que la esposa de Federico de Dinamarca llevaba una tiara de diamantes, regalo de la reina Margarita, y unos pendientes de platino, diamantes y perlas de los Mares del Sur, diseñados en exclusiva para la ocasión.
La futura reina de Dinamarca llevaba un original ramo diseñado por Erik Buch, elaborado en cascada de flores, muchas de ellas de origen australiano.
Letizia Ortiz
Manuel Pertegaz fue el encargado de vestir a la futura reina de España. Doña Letizia, con un recogido y maquillaje suave, lució un traje de regio y de aire mediaval de corte continuado desde los hombros al suelo.
La cola era de cuatro metros y medio y el velo, regalo del Príncipe de Asturias, era de tul de seda natural con bordados de flor de lis y la espiga, símbolos de la Monarquía y la fecundidad.
El escote en pico y cuello chimenea o "corola" iba bordado en hilo de plata y oro hilado. al igual que el escote de la espalda, las manoplas de las mangas por ambas caras y el delantero, de abajo arriba, y bordeando el orillo del bajo de la falda. La formal piramidal del delantero del traje se repite en el centro de la cola, mucho más alta y ancha, con un bellísimo bordado alegórico de motivos heráldicos: la flor de lis floral, la flor de lis heráldica, las espigas de trigo, los tréboles y los madroños, realzando todo el conjunto.
El tejido del traje de novia, una faya de seda natural tramada con hilos de plata fina volteada a tres cabos, del que se han utilizado de quince a dieciocho metros, es una creación de la firma valenciana Rafael Catalá.
El velo era una pieza exquisita de forma triangular de tres metros de largo por dos de ancho. Era de tul de seda natural, color blanco roto y sobre él iban bordados a la aguja, siguiendo técnicas del siglo XIX, roleos y guirnaldas que mezclaban la flor de lis y la espiga.
Doña Letizia llevaba sujeto el velo con una diadema prusiana de estilo imperio, de platino y brillantes, perteneciente a la Reina, que la lució el día de su boda con Don Juan Carlos en Atenas y la ha llevado en varias celebraciones familiares -como su puesta de largo- y ceremonias oficiales.
La Princesa de Asturias lució, además, unos pendientes, regalo de los Reyes, de platino con seis diamantes talla pera de 2,44 quilates, junto con otros cuatro talla brillante de 1,22 y 4,54 quilates.
El enorme ramo que llevó la esposa de Don Felipe tenía forma de cascada y mucha simbología, ya que está compuesto por lirios, como emblema de los Borbones; rosas, la flor de mayo; azahar, en honor de la Condesa de Barcelona y de Doña María de las Mercedes, primera esposa de Alfonso XII; flor de manzano, en homenaje al Principado de Asturias y que es también el atributo de Nuestra Señora de Atocha, y espigas de trigo, símbolo de la fecundidad, esperanza y alegría, y que también son atributo de Nuestra Señora de la Almudena, San Isidro Labrador y la castiza diosa Cibeles.


























