Pepe tiene casi un año, los furtivos mataron a su madre. Es el habitante más joven del Centro de Conservación de Chimpancés de Guinea, un santuario para esta especie amenazada. Aquí lo cuidan y le enseñan a vivir en libertad: luego lo soltarán. Este centro situado en el Parque Nacional del Alto Níger funciona desde hace 25 años y ha rescatado a cientos de chimpancés.
«Se estima que a principios del siglo XX en África había un millón de chimpancés. Ahora hay solo entre 150.000 y 350.000 en libertad», según el Instituto Jane Goodall. Estos animales ya han desaparecido de Togo, Benín, Burkina Faso y Gambia. En el Centro de Conservación de Chimpancés de Guinea, junto al río Níger, cuidan a 50 animales aproximadamente, crías y adultos.
Los furtivos atacan, sobre todo, a madres con sus crías. Si las crías sobreviven, trafican con ellas: las llevan a Oriente Medio o Asia para usarlas en espectáculos, laboratorios, zoos y como mascotas. Las que logran ser rescatadas quedan maltrechas: «Muchos chimpancés recuperados no pueden ser liberados simplemente por el trauma que experimentaron antes de su llegada», explica el primatólogo español Miguel García (en la foto), director de Programas de Recuperación del Centro de Conservación de Chimpancés de Guinea.
Los furtivos van tras 'carne de selva', muy demandada incluso en países de Europa, como Francia y Suiza. La moda se llama 'bushmeat' y consiste en comer carne de animales salvajes, de chimpancés a tucanes, sin supervisión sanitaria. Los cazadores se infiltran a través de carreteras abiertas por compañías madereras y mineras y utilizan armas sofisticadas. A Marco, una cría, le dispararon en la boca y le han tenido que extraer los dientes.
Llevan a los jóvenes chimpancés al bosque para que aprendan a interactuar entre ellos y les enseñan tácticas de supervivencia. Es un proceso lento que lleva años. Y no es fácil encontrar dónde liberarlos: debe ser una zona de entre 15 y 60 kilómetros cuadrados, con suficiente agua y alimento y que no esté ocupada por otro grupo.