El hijo predilecto de Marktl
En el pueblo donde nació Benedicto XVI defienden su decisión: «La renuncia humaniza nuestra Iglesia»

No es fácil llegar al pueblo natal de Bendicto XVI. Si bien un tren lo conecta con Múnich, este sólo circula una restringida cantidad de veces al día. Marktl es el nombre del pueblo bávaro donde un 16 de abril de 1927 a las 4.15 de la mañana nació Joseph Ratzinger y donde vivió sus primeros años. El pueblo lo sabe y hace un tiempo que no son extraños los personajes con cámara, libreta y grabadora.
El pequeño pueblo de Su Santidad está a escasos kilómetros de Austria y se nota en su acento, un profundo e intenso bávaro que puede ser una tortura o un placer. Esta semana ha nevado y el blanco se encuentra en cada esquina bien conservada por el par de grados bajo cero. A pesar de su pequeñez y aislamiento, se respira un extraño cosmopolitismo: desde que el cardenal Joseph Ratzinger fuese elegido como sucesor de Juan Pablo II en el segundo día del Cónclave un 19 de abril de 2005, Marktl se ha transformado en una meca para los católicos de todo el mundo.
Uno de los lugares de visita frecuente es la iglesia St. Oswald, ya que aquí se encuentra la pila en la que fue bautizado el Papa: «Es la misma original pila de piedra», aclara el actual párroco Josef Kaiser, que lleva más de 11 años en la parroquia. El Padre Kaiser conoció personalmente al Papa cuando este visitó su pueblo natal en 2006, revolucionando no sólo a los dos mil y pico habitantes, sino todo el Land de Baviera. «También lo hemos visitado junto con el alcalde varia veces en Roma», aclara. Sobre la renuncia del Papa, el párroco tiene una opinión muy clara: «Pues él ya lo había anunciado», comenta: «Hace un buen tiempo dijo en una entrevista al comienzo de su pontificado que, cuando él no se encuentre en la situación de cumplir su cometido de manera correcta, una posibilidad es la renuncia». Según el párroco, Benedicto XVI ha sido consecuente con esa declaración y, sintiendo que ya no va más, «ha dimitido». «Se trata de la vejez y la fragilidad físicas; es esta la razón por la que ha decidido renunciar libremente a su cargo», comenta.
«Hace falta renovación»
En las callejuelas cercanas reina el silencio que deja escuchar el conversar de los pájaros y el olor a madera quemada de las chimeneas. Por una de estas camina Karl-Heinz Gasser. Se dirige al cementerio como cada semana para visitar la tumba de su mujer. «Sí, soy de Marktl, responde alegremente. He nacido aquí y moriré probablemente también aquí».
Este hombre de 74 años, que se declara católico practicante, opina que «nuestra Iglesia necesita una renovación, democratización y mejor comunicación con los feligreses y con la juventud». Aclara que no es posible que una institución de dos mil años se adecue a cada Zeitgeist, pero que sí «necesita un cambio por su propia sustentabilidad y no seguir perdiendo fieles». Sobre la renuncia del Papa, Gasser piensa que lo ha hecho «en completa libertad y sin ser influenciado», y que esta acción será un gran aporte, «ya que humaniza nuestra Iglesia».
Ubicada en el mismo centro de la localidad -que en dialecto bávaro significa algo así como «mercadito»- se encuentra la casa donde nació Su Santidad, que después de una pequeña batalla legal por la propiedad del inmueble ha sido conservada como casa-museo. Aquí se encuentra una exposición abierta al público que exhibe piezas de la época, así como fotografías de la niñez y juventud del joven Joseph.
Frente a esta casa pasea Elisabeth Ziesel, que también se anima a hablar del Papa: «Sí, soy católica, pienso que Benedicto XVI es un pensador brillante y muy auténtico», comenta, agregando que «esta última decisión que ha tomado es una confirmación de la valentía que ha mostrado el Papa este último tiempo». Elisabeth coincide con Gasser y con el párroco del pueblo en que la decisión de renunciar «la ha tomado el Papa en completa libertad». Añade que «el caso Vatileaks aquí no ha jugado ningún rol; el Papa ha demostrado su autenticidad e integridad».
Elisabeth considera la renuncia del Papa como una señal muy fuerte de renovación en la Iglesia: «Espero que la decisión del Papa sea un ejemplo para muchos otros sacerdotes y especialmente cardenales a dejar sus cargos cuando ya no se sientan capacitados para ejercerlo de manera correcta».
«Que el nuevo no sea europeo»
Sobre la elección del nuevo Papa, nadie se atreve a hablar muy abiertamente. Mientras Gasser espera que «no sea europeo», Elisabeth tiene la esperanza de que el nuevo Papa «responda a la señal de renovación que ha encendido Benedicto XVI con su renuncia. Para el párroco, «es el Espíritu Santo quien decide el nuevo Papa; esperemos que sea el correcto», y añade que «esta vez los cardenales tienen mucho más tiempo de lo normal».
Al pueblo le quedan días muy ajetreados: la renuncia del día 28 de febrero, los cónclaves y la elección del nuevo Papa harán que aumenten las visitas de turistas y periodistas al pueblo. A partir de abril, volverá a Marktl una relativa calma, pero nunca más a la que tenía antes de aquel 19 de abril de 2005: las rutas turísticas, el merchandising con imágenes de Benedicto XVI o las visitas a la casa-museo ya no devolverán la tranquilidad de este pueblo fundado en el siglo XIII a orillas del Eno.
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