La presidencia de la Comisión Europea se le atraganta a la UE
Varios líderes europeos han retierado públicamente su negativa a que Juncker sea el próximo presidente de la Comisión
Actualizado:Elegir al sucesor de Durão Barroso
El candidato a las Europeas Jean-Claude Juncker - efe Fue presentada como la gran novedad de estas elecciones europeas: los ciudadanos, a través de su voto, influirían en la elección del próximo presidente de la Comisión Europea. Esta norma llegó de la mano de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, según el cual a la hora de elegir al sucesor de Durão Barroso se tiene que tener en cuenta los resultados electorales. Ante los recelos que para muchos esto despertó, los tres grupos políticos mayoritarios del Parlamento Europeo, populares, socialistas y liberales, se comprometieron a respetar lo que dictaran los ciudadanos a través de su voto.
Los populares europeos fueron los vencedores de las elecciones europeas del pasado 25 de mayo y su candidato, el luxemburgués Jean-Claude Juncker recibió el encargo de intentar hacerse con el apoyo de la mayoría necesaria para presidir la Comisión Europea (CE). Desde entonces, no lo ha tenido nada fácil ya que han sido varios los líderes europeos los que se han opuesto públicamente a que sea él el que ostente dicho cargo.
La última prueba de estas complicaciones ha quedado reflejada el pasado martes en una minicumbre en Suecia en la que la canciller alemana , Angela Merkel, y primer ministro británico, David Cameron, y sus homólogos sueco y holandés no avanzaron en el relevo en la Comisión. Los cuatro líderes de centroderecha insistieron en la importancia de consensuar reformas en el seno de la UE antes de hablar de nombramientos, sin profundizar en la polémica por la posible elección del conservador luxemburgués Jean-Claude Juncker para suceder al actual presidente de la CE, José Manuel Durao Barroso.
Eso sí, en aquella cita y ante los medios Merkel reiteró que Juncker es el «candidato principal» por su condición de cabeza de la lista más votada en los pasados comicios en la UE, la del Partido Popular Europeo (PPE), y defendió que se respete el nuevo proceso que coloca la decisión definitiva sobre los nombramientos en la Eurocámara. Pero rebajó el tono de la polémica y apeló al «espíritu europeo» para lograr un acuerdo.
Tal y como explica el corresponsal de ABC en Bruselas , Enrique Sebeto, la posición de Cameron es la que más le preocupa a Merkel, porque la prensa británica ha planteado esta batalla como un pulso personal en el que se juega su prestigio política. Una prensa que ha bautizado a Juncker como «el hombre mas peligroso de Europa» y ha afianzado el dilema de que, si no se aceptan las exigencias británicas, se está favoreciendo su salida de la UE. Los insultos a Juncker en los periódicos británicos están siendo tan extravagantes que hasta su partido, el socialcristiano luxemburgués CSV, ha tenido que emitir una declaración denunciando esta campaña, inédita en el continente.
De este modo, explica Serbeto, se ha creado una situación en la que cualquier salida va a ser muy peliaguda: si se acepta a Juncker en función de que es el candidato del partido más votado en las elecciones, como quiere el Parlamento Europeo, se despoja por la puerta de atrás al Consejo de su potestad de designar –y dominar– al presidente de la Comisión. Si se ignora lo que se le ha estado prometiendo a los electores, se creará un precedente desastroso para la confianza de los ciudadanos en la democratización de las instituciones europeas. Si el Consejo impone sus razones, se arriesga además a provocar un enfrentamiento con el Parlamento, que tiene que ratificar el nombramiento por mayoría absoluta.
Fruto de esta situación son varios los nombres que suenan o han sonado más allá del de Juncker para asumir puestos de responsabilidad en la UE. Hacemos un repaso por ellos.
(Texto: Laura Riestra)
Enda Kenny, primer ministro irlandés (PPE)
El primer ministro irlandés, Enda Kenny - efe El primer ministro irlandés, Enda Kenny, llegó al gobierno en 2011 después de que el electorado barriera del mapa a la histórica formación Fianna Fail, que presidió sobre la caída a los infiernos de la república irlandesa con la implosión de su sistema bancario en 2008. Kenny es el líder del Fine Gael, una formación de centro-derecha que figura además como una de las fundadoras en 1976 del Partido Popular Europeo, las siglas ganadoras en las últimas elecciones europeas y la cantera de la que debería surgir, en principio, el próximo presidente de la Comisión Europea.
Kenny, de 63 años, ha liderado desde entonces, en coalición con el partido laborista irlandés, una lenta travesía del desierto al dictado de la troika, hasta completar con éxito a finales del año pasado el draconiano programa de ajuste y reformas que impusieron a Dublín sus prestamistas europeos e internacionales. Kenny aportaría así al ejecutivo comunitario el rostro que mejor representa el hundimiento y resurgimiento europeo tras la crisis de la deuda. Como irlandés, forma parte del corazón de la zona euro, y es un europeísta con el que estarían cómodos los gobiernos más federalistas, como el alemán y el francés. Además, forma parte de la familia anglófona y anglosajona al frente de un país conocido por la flexibilidad y orientación exterior de su economía, con lo que los británicos podrían ver un aliado para profundizar en el mercado único y en la liberalización de nuevos sectores de la economía europea y del comercio.
A FAVOR: Como líder de un país europeísta integrado en el euro, no plantearía muchos problemas al motor político de la UE en París y Berlín. Su partido, el Fine Gael, es una de las formaciones que fundaron el Partido Popular Europeo en 1976. Y aportaría al cargo el rostro de la salida de la crisis, tras dirigir el duro proceso de ajuste y reformas que la troika impuso a Irlanda.
EN CONTRA: Algunas fuentes apuntan a que tanto Angela Merkel como el primer ministro italiano Renzi quieren situar por primera vez en la historia a una mujer al frente de la Comisión. Otros podrían objetar a que la lidere un político del país que mejor simboliza los excesos del capitalismo financiero, y el alto precio social pagado por la ciudadanía.
(TEXTO: Borja Bergareche, corresponsal en Londres)
Fredrik Reinfeldt, primer ministro sueco (PPE)
Fredrik Reinfeldt, el pasado martes - afp El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, ha acogido estos días una mini-cumbre de gobiernos conservadores que comparten una agenda reformista para la UE . El encuentro en la residencia de verano de Reinfeldt en Harpsund le permitió sacar a pasear en barco, literalmente, a su homólogo holandés, Mark Rutte, junto con la canciller alemana Merkel y el «premier» británico David Cameron.
El encuentro era además un intento de acercar posiciones entre estos dos últimos en la elección del nuevo presidente o presidenta de la Comisión Europea. Reinfeldt y Rutte están considerados como los últimos aliados que le quedan a Cameron en la UE, después de anunciar su intención de convocar un referéndum en 2017.
El líder «tory» tiene una fuerte presión interna en contra de aceptar un candidato del núcleo federalista de la Unión, y ha llegado a indicar que no podría trabajar con el luxemburgués Juncker en Bruselas. Merkel busca decididamente un acuerdo con Cameron y se ha mostrado dispuesta a negociar, pero parece estar cada vez más irritada con el intento de Cameron de lograr en los medios un veto a un candidato que los tratados europeos ya no le conceden, puesto que la decisión ya no se toma por unanimidad.
Ante un posible bloqueo, Reinfeldt, que se convirtió en 2006, con 41 años, en el primer ministro sueco más joven de la historia, ha sido citado como un posible candidato de consenso entre Londres y Berlín. El partido Moderado que lidera desde 2003 forma parte del PPE y es favorable al ingreso de Suecia en la OTAN, y tiene credenciales «reformistas» más que suficientes para gustar a Cameron. Se ha mostrado dispuesto a revisar ciertas políticas comunitarias y, en su caso, a repatriar competencias a los Estados. Pero muchos gobiernos consideran, sin embargo, que la Comisión debe estar presidida por un político de un país de la Eurozona.
A FAVOR: El partido de Reinfeldt forma parte del PPE y defiende el ingreso de Suecia en la OTAN. Mantiene buenas relaciones con Merkel, y sería un candidato de consenso más que aceptable para Cameron por sus credenciales «reformistas».
EN CONTRA: Muchos gobiernos dan por hecho que la Comisión Europea debe estar presidida por un político de un país que forme parte de la Eurozona.
(TEXTO: Borja Bergareche, corresponsal en Londres)
Radoslaw Sikorski, ministro de Exteriores polaco (PPE)
Fotografía de archivo de Radoslaw Sikorski - reuters La presencia del ministro de Exteriores y ex periodista polaco Radoslaw Sikorski el martes en San Petersburgo junto a sus homólogos alemán y ruso Frank-Walter Steinmeier y Serguéi Lavrov no hacen más que sumar a una hipotética campaña a un cargo de peso en Comisión Europea (CE): «No vemos el acercamiento de Ucrania a la Unión Europea como una amenaza a Rusia, a tiempo que el ingreso de Ucrania en la OTAN no está en el orden del día», ha dicho interviniendo directamente en el conflicto.
Junto con la Primera Ministra danesa Helle Thorning-Schmidt, el político polaco de 51 años es el más cercano al cargo de Vicepresidente de la CE. Con Sikorski las relaciones polaco-alemanas han mejorado considerablemente a tal punto que el primer viaje del por aquel entonces ministro de Exteriores Guido Westerwelle fue justamente Varsovia. Atlantista fundamentalista casado con la historiadora estadounidense Anne Applebaum, Sikorski estudió en la Universidad Oxford y tiene ciudadanía británica. Antes de la caída del Muro, Sikorski colaboró como freelance para «The Spectator», «The Observer», «The Sunday Telegraph» y National Review para iniciar luego una carrera política en Polonia que comienza como ministro de defensa en el corto Ejecutivo de Jan Olszewski (1991-1992).
(TEXTO: José-Pablo Jofré, corresponsal en Berlín)
Enrico Letta, exprimer ministro italiano
El primer ministro italiano, Matteo Renzi - efe Enrico Letta, exprimer ministro italiano, de 47 años, ha formado parte de las quinielas para presidir la Comisión Europea. Dos factores jugaban a su favor: Por un lado, sus profundas convicciones europeístas y cierto prestigio internacional lo hacían un buen candidato; por otra parte, la arrolladora victoria del primer ministro italiano, Matteo Renzi en las elecciones europeas, frenando al populismo del cómico Grillo, daba un mayor protagonismo a Italia y al propio Renzi, que desea jugar un papel importante en Europa.
Pero de inmediato Letta quedó descartado, porque varios países no veían con buenos ojos que Italia ocupara otro puesto decisivo en Europa, porque ya cuenta con con Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo. De todas formas, es probable que Letta forme parte como comisario de la futura Comisión.
Enrico Letta es partidario de cambios «radicales» en las instituciones europeas, a partir de la unificación de las figuras de presidente del Consejo europeo y de la Comisión, dándole legitimidad con la elección directa por parte de los ciudadanos europeos. Enrico Letta ha lamentado siempre la ausencia de una figura de referencia en la Unión Europea: «No hay un Obama de Europa. Si Obama viniera a Bruselas, ¿con quién hablaría? Con demasiadas personas», suele decir Letta, haciéndose eco de la famosa frase de Henry Kissinger, quien con ironía se preguntaba cuál era el número de teléfono de Europa.
(Texto: Ángel Gómez Fuentes, corresponsal en Roma)
Christine Lagarde
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde - efe Christine Lagarde (París, 1956) y Michel Barnier (La Troche, Isère, 1951) son dos candidatos a la candidatura de la presidencia de la Comisión que prefieren «renunciar» para mejor dejar abierta una eventualidad que ellos mismos consideran problemática, sin descartarla, ni mucho menos.
Lagarde ya tenía una carrera internacional, como abogada de negocios de mucha fama e influencia, en los EE.UU. y Europa, mucho antes de dejarse tentar por el «demonio» de la política nacional, aceptando salarios gubernamentales por muy debajo de su cota en el mercado trasatlántico.
Directora general del FMI, tomó posiciones como eventual candidata a la presidencia de la Comisión con una discretísima campaña, antes de anunciar que ella «no es candidata a nada».
Antigua nadadora de élite olímpica, Lagarde es una de las mujeres más atractivas de la escena diplomática internacional, manejando el mejor inglés de una personalidad no anglosajona. Su personalidad cosmopolita, con una vida sentimental afincada en Marsella, con un influyente hombre de negocios, hace palidecer vertiginosamente a todos los viejos cocodrilos de la política nacional francesa. No es evidente que François Hollande y su guardia pretoriana la defiendan en Bruselas con un entusiasmo frenético.
(Texto: Juan Pedro Quiñonero, corresponsal en París)
Michel Barnier
El vicepresidente del Partido Popular Europeo, Michel Barnier - efe Michel Barnier (La Troche, Isère, 1951) fue el yerno ideal para todas las madres políticas de la Francia conservadora de finales del siglo XX. Conservador moderado, aplicado, europeísta, capaz de entenderse con cocodrilos políticos tradicionales (Chirac) o cocodrilos políticos europeistas (Giscard), «liberal» a la francesa: es decir, con un «profundo respeto por el Estado y los intereses nacionales».
Durante el último semestre, Barnier hizo campaña para cualquier puesto nacional (francés) o europeo, con la mano izquierda de quienes conocen a la perfección los bizantinos arcaísmos de la burocracia europea, presto a todos los compromisos, incluso los más imprevisibles.
Sabía, desde siempre, que el futuro presidente de la Comisión no sería forzosamente el candidato oficial del Parlamento europeo, el más «votado» en las recientes elecciones europeas. De ahí su mano izquierda, como gestor de varios proyectos europeos que han necesitado de mucho «diálogo» entre Berlín (Merkel) y París (Hollande). Su conservadurismo «centrista» pudiera estar en la línea de Manuel Valls, primer ministro francés, capaz de jurar todos los compromisos que pudiera pedirle quien estuviese dispuesto a aceptar su candidatura.
(Texto: Juan Pedro Quiñonero, corresponsal en París)