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«Ha gritado 'Allahu Akbar'»: simulacro de atentado en la estación de Sants

Despliegue sin precedentes en la mayor instalación ferroviaria de Barcelona, para poner a prueba la respuesta de los cuerpos policiales y de emergencias ante un eventual ataque terrorista

«No sé qué hubiese sido de mí si no me hubieseis encontrado»

Uno de los pretendidos 'terroristas' en el simulacro de atentado en la estación de Sants (Barcelona) ADRIÁN QUIROGA
Elena Burés

Elena Burés

Barcelona

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«¡Fuera, fuera de la estación!», grita un efectivo de Seguridad Ciudadana de los Mossos. «¿Cómo va vestido?», pregunta a una mujer. «De negro, todo de negro». Decenas de viajeros salen a la carrera, mientras varios policías, empuñando su arma reglamentaria, avanzan en dirección contraria a los que abandonan el vestíbulo, cuando un agente de la Guardia Urbana localiza al atacante, con dos muertos a sus pies: «¡Tira el cuchillo, voy a disparar!». Tras varias advertencias, no obedece y lo abate.

Este fue uno de los cuatro escenarios del simulacro de atentado terrorista en Sants, la mayor instalación ferroviaria de Barcelona. La intención, poner a prueba la respuesta operativa y de coordinación ante un posible ataque. Un despliegue sin precedentes, la madrugada del viernes, que contó con 500 participantes. La mitad, figurantes, que hicieron las veces de rehenes o heridos. El resto, de cuerpos policiales y de emergencias.

Era la una y media de la madrugada cuando se escucharon los primeros disparos en el interior de la estación. Tras las detonaciones, chillidos y carreras. El personal de seguridad de Sants alerta a los Mossos. Los primeros en llegar, como siempre, los patrulleros. Los minutos iniciales son de caos. Nadie sabe cuántos atacantes hay. Portan armas largas, cortas, cuchillos y, posiblemente, también explosivos.

Imagen principal - Un mosso, junto al terrorista abatido (arriba). Un perro olisquea un presunto artefacto explosivo y vista general de las carpas para atender a los heridos, durante el simulacro en la estación de Sants
Imagen secundaria 1 - Un mosso, junto al terrorista abatido (arriba). Un perro olisquea un presunto artefacto explosivo y vista general de las carpas para atender a los heridos, durante el simulacro en la estación de Sants
Imagen secundaria 2 - Un mosso, junto al terrorista abatido (arriba). Un perro olisquea un presunto artefacto explosivo y vista general de las carpas para atender a los heridos, durante el simulacro en la estación de Sants
Un mosso, junto al terrorista abatido (arriba). Un perro olisquea un presunto artefacto explosivo y vista general de las carpas para atender a los heridos, durante el simulacro en la estación de Sants ADRIÁN QUIROGA

Se movilizan todas las unidades especializadas, las Áreas Regionales de Recursos Operativos (ARRO), la Brigada Móvil –orden público–, la canina, el Tedax y la caballería: el Grupo Especial de Intervención (GEI), la unidad de élite de la Policía catalana. En el exterior, el centro de mando avanzado, desde donde los jefes de cada equipo supervisan el despliegue, bajo el mando de una comisaria. El tráfico ya se ha cortado, y la Urbana ha desplegado un perímetro de seguridad en los alrededores de la estación, ya vallada. Los servicios de emergencias comienzan a montar las carpas para atender a los heridos. También Cruz Roja, con un punto de atención psicológica.

«El objetivo número uno es salvar vidas», explica a ABC Sergio Delgado, subdirector de Protección Civil, horas después del ejercicio. Pero para poder hacerlo, la Policía debe asegurar la zona. Con la sospecha de un artefacto explosivo y varios atacantes en la estación, los sanitarios no pueden acceder al vestíbulo. El tiempo pasa y los heridos necesitan atención médica. Se ha activado ya el dispositivo jaula, para interceptar el vehículo en el que ha huido, en dirección Gerona, uno de los terroristas. Pero en el interior de la estación hay viajeros retenidos por otros dos atacantes. Las ARRO consiguen evacuar a varios de los que se encuentran en los accesos, cuando por radio suena: «El agresor ha gritado 'Allahu Akbar', 'Allahu Akbar'». Corre con un machete en la mano y apuñala a varias personas, hasta que un agente consigue abatirlo.

Explosivos

Los gritos no cesan, y aparece un terrorista más, con un posible chaleco explosivo. Es el turno de los artificieros y la canina. Llegan en dos furgonetas blancas, a gran velocidad. Al mando del Tedax, la sargento Julia, que fue quien sentó en el banquillo a uno de los condenados por los atentados de Barcelona y Cambrils, Said Ben Iazza. Tras días de recogida post-explosión en una casa reducida a escombros, la de Alcanar (Tarragona), su trabajo permitió recuperar documentos y la tarjeta SIM que almacenaba las imágenes de la célula de Ripoll, mientras confeccionaban chalecos explosivos. Ante el vestíbulo de Sants, da indicaciones a sus agentes y ayuda a uno de ellos a colocarse el pesado traje.

Queda otro escenario. El más complejo, el que debe resolver la unidad de élite. Al mando, un bregado subinspector que hace más de dos décadas, por entonces aún novato, pasó horas camuflado en una zanja para cazar a Brito y Picatoste, dos presos huidos que, durante 33 días, pusieron en jaque a la Policía catalana, tras herir de gravedad a dos agentes, matar a un joven y violar salvajemente a la novia de éste. En la estación, el GEI debe liberar a varios rehenes, retenidos por dos terroristas en uno de los vagones del AVE, en pleno andén. Lo consiguen. Sus efectivos abaten a uno de los atacantes y detienen al restante. La situación en las instalaciones está ya bajo control. Fuera, los equipos de emergencias se afanan en atender a los heridos. Es turno del triaje, la clasificación según el tipo y gravedad de su dolencia o lesión, para establecer el orden y el lugar en el que deben ser atendidos.

Salvar vidas

Tras los ataques del 17A, algunas víctimas reprocharon la ausencia de protocolos, sobre todo, para atender a quienes no sufrieron daños físicos, pero sí psicológicos. «En origen, todas las respuestas se focalizan en salvar vidas. Rescatar a los heridos, llevarlos al área sanitaria, estabilizarlos y derivarlos lo más rápido posible a la red hospitalaria. A partir de aquí, entran otros elementos añadidos para dar una respuesta integral, también a nivel emocional y psicológico, como puede ser atender una crisis de ansiedad», apunta Delgado.

Por eso desde entonces se han incorporado profesionales de salud mental a los despliegues. También la filiación de los afectados. Un reclamo de quienes sufrieron los ataques yihadistas en Barcelona y Cambrils, precisamente, por las trabas posteriores a ser reconocidos como víctimas. «Por eso es importante que un profesional los valore desde el minuto cero», sostiene el subdirector de Protección Civil.

PROTOCOLOS TRAS EL 17-A

Protección Civil reclama más medios para ofrecer una intención integral a las víctimas, también las que sufren secuelas psicológicas

También un punto de atención temporal, ya implementado, para cubrir necesidades tan básicas como cargar el móvil o la pérdida de un zapato. «Puede parecer una tontería, algo tan básico, pero significa que alguien pueda volver a su casa con dignidad o comunicarse con su familia». Pero para hacerlo necesitan «más recursos», reclama.

Y es que, a nivel operativo, Protección Civil cuenta con los mismos medios humanos que aquel 17 de agosto. «Con los mismos, no podemos llegar», denuncia Delgado. A pesar de ello, ante un eventual ataque, está convencido de que la respuesta mejoraría.

Respuesta táctica

Precisamente ese era el objetivo del simulacro. ¿La valoración? Aún pendiente de un análisis pormenorizado, es «satisfactoria», apunta a este diario el intendente Joan Salamaña, del Área de Planificación de Dispositivos de los Mossos. Los escenarios, diseñados con informes de la Comisaría General de Información y también a partir de ataques reales, no buscaban, en su caso, medir el tiempo de respuesta, sino testar «las diferentes tácticas de intervención» con la resolución de las casuísticas planteadas, de las que sólo estaban alertados los figurantes; estudiantes y técnicos sanitarios, caracterizados para dotar al ejercicio de mayor realismo.

En cambio, los tempos sí eran importantes para los sanitarios. «Poner a prueba y evaluar la coordinación policial y sanitaria», precisa Delgado, tras haber detectado ya algunos aspectos a mejorar en la aplicación de los protocolos. Ahora, apunta también el intendente, es el turno de fiscalizar a fondo la simulación e implementar las mejoras necesarias ante un posible ataque.

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