La dependencia de la financiación pública es uno de los problemas de las artes escénicas en España, según el Informe Mercartes 2012, que alude a la «burbuja» teatral y a los efectos perniciosos que «las políticas de desarrollo de la oferta cultural al margen de la demanda» han supuesto para «la creación de nuevos públicos que hagan sostenible el sector».
Según el informe, además, muchos teatros e infraestructuras culturales se han puesto en funcionamiento «sin un modelo de gestión adecuado ni una definición previa de la actividad previa que debían desarrollar». Asimismo, denuncia el estudio el «efecto-burbuja» producido «en un mercado estancado y con notable fragmentación geográfica que no ha podido absorber la oferta».
Otro de los aspectos negativos, según Mercartes, de la situación de las artes escénicas en España es «la falta de planificación en el sistema de exhibición, que ha llevado, en muchos casos, a aplicar modelos organizativos rígidos y cautivos del procedimiento administrativo que han dificultado la gestión de públicos y la captación de ingresos en taquilla».
En una entrevista publicada el pasado domingo en ABC, el dramaturgo Salvador Távora reconocía la existencia de una burbuja teatral: «Se hicieron teatros por hacer. Yo ya dije que tuviera cuidado la Administración no fuera a ser -afirmó- que se abrieran demasiados puestos de frutas y no hubiera frutas para tantos puestos». Távora añadía que «en Andalucía hay demasiados teatros para tan pocas compañías y tampoco hay público ni economía que sostenga toda esta infraestructura». Hace dos días el consejero de Cultura, Luciano Alonso, presidía la inauguración de un nuevo teatro en la localidad de Las Cabezas, con aforo para casi 500 personas.



















